Dijiste: “Iré a otra tierra, iré a otro mar; Buscaré una ciudad mejor que esta (...)” No hallarás ni otras tierras ni otros mares. La ciudad irá contigo adonde vayas.
A mí me pasó y me sigue pasando, me gusta mi ciudad, me parece un sitio bello y tranquilo donde crecer y pasear, pero no es el lugar que deseo para vivir, así que me la llevaré a cuestas, a donde me vaya...
Yo creo que Kavafis escribía estos poemas para impedir que su novio se fuera, el de la ciudad; o para que se largara de una vez como el de Itaca.
[Que empieza así:]
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca debes rogar que el viaje sea largo, lleno de peripecias, lleno de experiencias.
[y termina así:]
Ten siempre a Itaca en tu mente. Llegar allí es tu destino. Mas no apresures nunca el viaje. Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla, enriquecido de cuanto ganaste en el camino sin aguantar a que Itaca te enriquezca. Itaca te brindó tan hermoso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene ya nada que darte. Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado. Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, entenderás ya qué significan las Itacas.
Si tenéis la posibilidad de escuchar el "Viatge a Itaca" que canta Lluis Llach, espero que os emocione como a mí.
Es inútil huir de los lugares para encontrar nada en ningún sitio. Pero es aún más difícil buscar dentro de uno.
"EL VIAJE MÁS LARGO ES EL QUE SE HACE HACIA EL INTERIOR DE UNO MISMO" (Dag Hjalmar Hammarskjöld (1905-61). Político y diplomático sueco, secretario general de la ONU desde 1953)
Nán, el poema de Kavafis sobre Ítaca no tiene nada que ver con hacer que nadie se largue o regrese, sino más bien con el significado real del trayecto, la causa de emprenderlo y el objetivo del destino, que se desdibuja cuanto más nos acercamos a él:
"Itaca te brindó tan hermoso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene ya nada que darte."
Porque por mucho que alarguemos la vuelta, por mucho que seamos precisos memorialistas de aventuras en diarios y cuadernos de bitácoras, por mucho que nos demoremos con Circe, por mucho que nos dejemos enredar por las promesas de Calipso o por las sábanas de Nausicaa… algún día, alguna mañana, se abrirá el horizonte y aparecerá ante nuestros ojos el puerto de Ítaca, la maldición del deseo cumplido. ¿Y qué haremos entonces, cuando volvamos a lo cotidiano, cuando hayamos constatado que las geometrías de Penélope siguen en su lugar? ¿Qué haremos ese día, cuando lleguemos a Ítaca, sino olvidar por qué quisimos llegar y desear volver a marcharos? Ítaca, Avalon, Jerusalén, son en realidad puras fantasías que de cumplirse perderían su juventud y su fuerza, igual que Ulises nada más llegar a su patria.
¡Ah, Maine! Lo que quería resaltar (con una pequeña boutade para quitarle hierro) es que "parece" existir una contradicción entre la propuesta del poema La ciudad y la del poema Itaca. Este último impulsa a la necesidad de irnos, tú lo explicas hermosamente. Mientras que el primero parece decir que estamos "malditos", porque allí donde vayamos nos llevamos a nosotros mismos y nada cambiará.
No me preocupan esas contradicciones: asumir las propias es un acto necesario que te lleva a comprender las de los demás. Es posible, por otra parte, que pertenecieran a épocas distintas en las que el ánimo del poeta le llevara a decisiones diferentes. Me parece, además, que estos dos poemas están entre los diez mejores de Kavafis. Pero seguro que uno de ellos impulsa a la aventura y el otro a la quietud.
Perfecto: podemos usar cada uno según el ánimo de nuestro momento, porque por suerte la vida es variada. (aunque a lo largo de ella, es uno el sentimiento que predomina y nos marca).
Mi cerebro, traidor y hortera, ha puesto la banda sonora de Nino Bravo a este poema: "al partir, un beso y una flor...". Respecto al interesante debate sobre los viajes en busca de algo que no existe, yo me quedo fuera. Opino que una de las mejores sensaciones es la del regreso. Me gusta estar fuera, salir a buscar cosas nuevas, pero también me relaja mucho volver a la rutina. En mi caso, Madrid es una ciudad a echar de menos, una ciudad que se carga de valor cuantas más ciudades diferentes conozco.
Cuando emprendas el viaje hacia Ítaca ruega que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. A los Lestrigones, a los Cíclopes o al fiero Poseidón, nunca temas. No encontrarás trabas en el camino si se mantiene elevado tu pensamiento y es limpia la emoción de tu espíritu y tu cuerpo. Ni a los Lestrigones, ni a los Cíclopes, ni al feroz Poseidón has de encontrar, si no los llevas dentro del corazón, si no los pone ante ti tu corazón.
Ruega que sea largo el camino. Que numerosas sean las mañanas de verano en que con placer, con alegría, llegues a puertos nunca antes vistos. Detente en los mercados fenicios y adquiere hermosas mercancías, madreperla y coral, ámbar y ébano, y voluptuosos perfumes, tantos perfumes delicados y voluptuosos como puedas. Ve a muchas ciudades egipcias y con avidez aprende de sus sabios.
Siempre en la mente has de tener a Ítaca. Llegar allá es tu destino. Pero no apresures el viaje. Es mejor que dure muchos años y que ya viejo llegues a la isla, rico de todo lo que hayas guardado en el camino sin esperar que Ítaca te de riquezas. Ítaca te ha dado el bello viaje. Sin ella no habrías aprendido el camino. No esperes más recompensa.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado sabio como te has vuelto con tantas experiencias, habrás comprendido ya lo que significan las Ítacas.
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11 comentarios:
Conocí este poema por Justine. Enorme.
Verdad como un templo...
Te recomiendo el poema 'placer' del mismo autor..
muy entrañable y bonita esa idea. hay quien huye de su ciudad como del hermano pequeño al que no quiere llevar con sus amigos. besos!
A mí me pasó y me sigue pasando, me gusta mi ciudad, me parece un sitio bello y tranquilo donde crecer y pasear, pero no es el lugar que deseo para vivir, así que me la llevaré a cuestas, a donde me vaya...
Yo creo que Kavafis escribía estos poemas para impedir que su novio se fuera, el de la ciudad; o para que se largara de una vez como el de Itaca.
[Que empieza así:]
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
[y termina así:]
Ten siempre a Itaca en tu mente.
Llegar allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
Mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.
Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.
Si tenéis la posibilidad de escuchar el "Viatge a Itaca" que canta Lluis Llach, espero que os emocione como a mí.
Es inútil huir de los lugares
para encontrar nada en ningún sitio.
Pero es aún más difícil
buscar dentro de uno.
"EL VIAJE MÁS LARGO ES EL QUE SE HACE HACIA EL INTERIOR DE UNO MISMO" (Dag Hjalmar Hammarskjöld (1905-61). Político y diplomático sueco, secretario general de la ONU desde 1953)
bss
Nán, el poema de Kavafis sobre Ítaca no tiene nada que ver con hacer que nadie se largue o regrese, sino más bien con el significado real del trayecto, la causa de emprenderlo y el objetivo del destino, que se desdibuja cuanto más nos acercamos a él:
"Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte."
Porque por mucho que alarguemos la vuelta, por mucho que seamos precisos memorialistas de aventuras en diarios y cuadernos de bitácoras, por mucho que nos demoremos con Circe, por mucho que nos dejemos enredar por las promesas de Calipso o por las sábanas de Nausicaa… algún día, alguna mañana, se abrirá el horizonte y aparecerá ante nuestros ojos el puerto de Ítaca, la maldición del deseo cumplido. ¿Y qué haremos entonces, cuando volvamos a lo cotidiano, cuando hayamos constatado que las geometrías de Penélope siguen en su lugar? ¿Qué haremos ese día, cuando lleguemos a Ítaca, sino olvidar por qué quisimos llegar y desear volver a marcharos?
Ítaca, Avalon, Jerusalén, son en realidad puras fantasías que de cumplirse perderían su juventud y su fuerza, igual que Ulises nada más llegar a su patria.
¡Ah, Maine! Lo que quería resaltar (con una pequeña boutade para quitarle hierro) es que "parece" existir una contradicción entre la propuesta del poema La ciudad y la del poema Itaca. Este último impulsa a la necesidad de irnos, tú lo explicas hermosamente. Mientras que el primero parece decir que estamos "malditos", porque allí donde vayamos nos llevamos a nosotros mismos y nada cambiará.
No me preocupan esas contradicciones: asumir las propias es un acto necesario que te lleva a comprender las de los demás. Es posible, por otra parte, que pertenecieran a épocas distintas en las que el ánimo del poeta le llevara a decisiones diferentes. Me parece, además, que estos dos poemas están entre los diez mejores de Kavafis. Pero seguro que uno de ellos impulsa a la aventura y el otro a la quietud.
Perfecto: podemos usar cada uno según el ánimo de nuestro momento, porque por suerte la vida es variada. (aunque a lo largo de ella, es uno el sentimiento que predomina y nos marca).
Bonito poema, y bonita estampa :)
Mi cerebro, traidor y hortera, ha puesto la banda sonora de Nino Bravo a este poema: "al partir, un beso y una flor...".
Respecto al interesante debate sobre los viajes en busca de algo que no existe, yo me quedo fuera. Opino que una de las mejores sensaciones es la del regreso. Me gusta estar fuera, salir a buscar cosas nuevas, pero también me relaja mucho volver a la rutina. En mi caso, Madrid es una ciudad a echar de menos, una ciudad que se carga de valor cuantas más ciudades diferentes conozco.
ÍTACA
Cuando emprendas el viaje hacia Ítaca
ruega que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
A los Lestrigones, a los Cíclopes
o al fiero Poseidón, nunca temas.
No encontrarás trabas en el camino
si se mantiene elevado tu pensamiento y es limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los Lestrigones, ni a los Cíclopes,
ni al feroz Poseidón has de encontrar,
si no los llevas dentro del corazón,
si no los pone ante ti tu corazón.
Ruega que sea largo el camino.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, con alegría,
llegues a puertos nunca antes vistos.
Detente en los mercados fenicios
y adquiere hermosas mercancías,
madreperla y coral, ámbar y ébano,
y voluptuosos perfumes,
tantos perfumes delicados y voluptuosos como puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
y con avidez aprende de sus sabios.
Siempre en la mente has de tener a Ítaca.
Llegar allá es tu destino.
Pero no apresures el viaje.
Es mejor que dure muchos años
y que ya viejo llegues a la isla,
rico de todo lo que hayas guardado en el camino
sin esperar que Ítaca te de riquezas.
Ítaca te ha dado el bello viaje.
Sin ella no habrías aprendido el camino.
No esperes más recompensa.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado
sabio como te has vuelto con tantas experiencias,
habrás comprendido ya lo que significan las Ítacas.
Constantino Cavafis
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