miércoles, 25 de noviembre de 2009

Sí buana

Una empresa de limpieza "recomienda" a sus trabajadores no protestar y agradecer que no están en paro: Fernández -el gerente- justifica la campaña "positiva" en fundamentos psicológicos de empresa activa. El libro superventas al que se refiere, del escritor Jon Gordon, se describe en Internet como "un método sencillo" en el que "prohibido quejarse" y otras "reglas sencillísimas" están destinadas a cambiar la negatividad del entorno de trabajo por otro más positivo. "Tendrán un sorprendente efecto en la vida personal de la protagonista y en el bienestar de la empresa", promociona Internet.

8 comentarios:

nococámono dijo...

Es el método utilizado por France Telecom para con sus empleados. Sale muy económico, se te mata media plantilla y santas Pascuas.

Unknown dijo...

Dios santo, creí que era una feliz ocurrencia del este blog, pero no, es una noticia real.
Yo ya sabía que la doctrina mierder de "quién se ha llevado mi queso", y otras lindeces parecidas, iba a acabar proporcionándonos grandes momentos de humor real. HUMOR REAL.

NáN dijo...

En la época de Stalin había un chiste. Un periodista extranjero se acerca a un moscovita y le pregunta "¿Cómo les va a los soviéticos?". "No nos podemos quejar", responde el ruso.

Derribado "un" muro de la vergüenza (quedan muchos, pero en la agenda política internacional todavía "no toca" hablar de ellos), el bonito Sistema Neoliberal importa lo más sangrante de las dictaduras soviéticas.

(No me da la gana de escribir algo desenfadado, ¡hala!).

Fleischman dijo...

Hay una base católica en todo esto: humildad, resignación y disposición al sacrificio, para mantener una vida mejor, la del asalariado explotado que se consuela viendo el purgatorio del INEM.

NáN dijo...

Podríamos decir, mi muy amado tipo de la sandía vaciada como yelmo, que hemos pasado del Imperio Católico al Imperio Catódico. Pero seguimos mirando el brillo del suelo.

(o a lo mejor lo catódico era de lo analógico y con lo digital ya no hay rayos de esos).

Anónimo dijo...

No sé,creo que esto de andar todo mi vida con gays sin serlo me ha trastornado bastante y no puedo ver nunca las cosas o blancas o negras.La sociedad de hoy en día se queja sin parar,nos quejamos de todo y vivimos de puta madre.El mensaje en cuestión,se puede tratar de muchas maneras.Nos quejamos demasiado.Hemos de quejarnos sólo por las cosas importantes:abuso de poder,moving,competencia ilegal,contratos basura,condiciones laborales inhumanas...
Trabajo en un lugar donde veo cada día como la gente no para de quejarse PORQUE TIENE QUE HACER SU TRABAJO.Eso lo odio.Los llevaría a todos a Latinoamérica, por ejemplo, a coger basura de los estercoleros junto con los nenes de apenas cinco años...

Anónimo dijo...

No sé que tiene que ver lo de andar con gays sin serlo para no ver las cosas o blanco o negro, viviparson, pero te contestaré que una cosa es quejarse y otra vivir amargado, que creo que hay mucho por ahí. Pero me quejaré sí no me dan lo justo, aunque que no dejaré que el que me hagan caso me amargue. Por ejempñlo, ya que vas con gays lo sabrás, el conseguir el matrimonio y la adopción para las parejas homosexuales ha sido a abse de queja y reivindicación. Imagínate que no hubiera habido quejas ante la injusticia de tan maña desigualdad amparándose en que "otros gays en otros países no pueden ni darse un beso en la calle". Vamoshombrepordios.

Fleischman dijo...

La queja es un mecanismo de supervivencia, desde que nacemos. Quien no llora, no mama.

Otra cosa es la queja sistemática como método de integración entre compañeros de trabajo, que puede resultar cansina, y que se basa fundamentalmente en el triste hecho de que la gente no tiene nada que contarse, así que se aferran a su rutina laboral para establecer un nexo de unión a través de una cháchara repetitiva a modo de conversación en un ascensor: ni siquiera es una queja, es una fórmula utilitaria para asumir un rol no deseado.


Toda queja debe ser justificada , o pierde su sentido. E incluso puede convertirse en reivindicación, si es lo suficientemente justa y colectiva, como el caso de los gays que menciona Magapola. Por ejemplo, cualquier lector puede quejarse de que la frase del párrafo anterior es larguísima y mal estructurada.