Capítulos de Madrid (I)
Una noche veraniega de domingo
Domingo 2 de julio en Plaza de España. Actuación gratuita de Mastretta y su banda-orquesta en el ciclo Veranos en la Calle, a su vez dentro de la programación estival de los Veranos de la Villa. En mi opinión, una estupenda noticia y una buena práctica para la ciudad y que va más allá del acontecimiento puramente musical, pues se gana la calle para el ciudadano, la música y el relajo.
Muchos de los que vivimos Madrid, nos encontramos últimamente con una ciudad al límite: múltiples obras, una emetreinta impracticable e irreconocible, el cierre temporal, y ya habitual en estas fechas, de varias líneas de metro, cortes de tráfico que saturan otras vías ,... Digamos que no sólo está Madrid al borde de sus posibilidades sino también la paciencia de sus ciudadanos.
Así que debo de agradecer, por fin algo, al Ayuntamiento de Madrid por la organización de este encuentro musical gratuito al aire libre, así como su celebración, distinta a los lugares tradicionales de estos eventos veraniegos y, en muchas ocasiones, restringidos a sólo unos pocos pagadores.
Personalmente, creo recordar que nunca había presenciado un concierto de música en la céntrica y popular Plaza de España, sólo una vez vi allí celebrarse un happening de una organización que se hace llamar Cienciología, y es gratificante escuchar instrumentos de música y palmas donde normalmente se escuchan pitidos, bocinas y sirenas.
Me gusta así, porque empezamos a parecer un Madrid moderno y europeo, al menos en verano, que intenta que sus ciudadanos y sus visitantes disfruten de sus calles y plazas con una amplia variedad de actividades y entretenimientos gratuitos programados para sus Veranos de la Villa. Sus noches de verano.
Muchos de los que vivimos Madrid, nos encontramos últimamente con una ciudad al límite: múltiples obras, una emetreinta impracticable e irreconocible, el cierre temporal, y ya habitual en estas fechas, de varias líneas de metro, cortes de tráfico que saturan otras vías ,... Digamos que no sólo está Madrid al borde de sus posibilidades sino también la paciencia de sus ciudadanos.
Así que debo de agradecer, por fin algo, al Ayuntamiento de Madrid por la organización de este encuentro musical gratuito al aire libre, así como su celebración, distinta a los lugares tradicionales de estos eventos veraniegos y, en muchas ocasiones, restringidos a sólo unos pocos pagadores.
Personalmente, creo recordar que nunca había presenciado un concierto de música en la céntrica y popular Plaza de España, sólo una vez vi allí celebrarse un happening de una organización que se hace llamar Cienciología, y es gratificante escuchar instrumentos de música y palmas donde normalmente se escuchan pitidos, bocinas y sirenas.
Me gusta así, porque empezamos a parecer un Madrid moderno y europeo, al menos en verano, que intenta que sus ciudadanos y sus visitantes disfruten de sus calles y plazas con una amplia variedad de actividades y entretenimientos gratuitos programados para sus Veranos de la Villa. Sus noches de verano.
3 comentarios:
Me he permitido la libertad de elegir esta nueva sección, Capítulos de Madrid, para que cada uno de vosotros cuente y narre sus episodios e impresiones de Madrid, ciudad a la que todos amamos y donde nos encontramos.
¿Qué os parece?
A mi me parece muy bien...Yo mantengo una relación amor-odio con Madrid, que en verano, especialmente en las noches de verano, se concreta, simplemente en una relación de amor... Ayer fui feliz de terracita en terracita, estuve en una en la Latina, en dos en Lavapiés, en otra en Conde Duque y la última fue pasada la medianoche en la pza de Santo Domingo...Todo ello en una tarde...
¡Qué maravilla!
Un amigo me contó una vez que hace tiempo, cuando llegaban los calores, uno se hacía colega de los extraños. Decía que había una especie de solidaridad de solitarios, solidaridaz Rodríguez, y que los blanquitos se reconocían entre sí con simpatía. Ahora, decía, las cosas ya no son lo que eran. Ahora la gente se puede pasar un verano entero sin salir de la ciudad y tendrá el mismo bronceado que el afortunado que se fue a las islas. Elegimos nuestras vacaciones en función de las estaciones de otros continentes, no del nuestro, y nos marchamos en invierno a bañarnos en el sur. Y Madrid, claro, ya no se vacía. Por eso -decía- se ha perdido la intimidad entre olvidados que hubo antaño, ya no quedan perdedores. Ahora prima la sofisticación del Conde Duque y de los conciertos lounge en plazas nacionales. Mi amigo, el desencantado, me contaba esto mientras nos tomábamos una cerveza fresquísima en la plaza de Cascorro. A nuestro alrededor había niños gitanos que jugaban a la tómbola. Los ecos de la verbena de San Cayetano subían la cuesta de Embajadores. Yo le escuchaba complacido, que siempre era un placer oírle contar historias viejas, pero en el fondo sentía una cierta lástima por él. Atrapado en el pasado, no era capaz de ver que Madrid, aunque más morena y abarrotada, seguía teniendo un verano primaveral.
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