martes, 9 de diciembre de 2008

Ariel y La Ola.

El fascismo y los detergentes están más cerca de lo que pensábamos. Y no sólo porque hace un millón de años cantásemos que Franco tenía el culo blanco porque su mujer lo lavaba con Ariel. También porque se acaba de estrenar una película sobre camisas limpias y autarquías. Seguro que habéis oído hablar de ella. Se titula La Ola y está basada en la historia real de un profesor de Estados Unidos de los sesenta, Ron Jones, que convirtió su clase en un pequeño III Reich. ¿Sería posible un nuevo nazismo? Al parecer, en aquel instituto de Estados Unidos quedó demostrado que sí. Y el morbo de ver cómo podría ocurrir es lo que ha hecho que durante estos cuarenta años se hayan venido montando obritas de teatro sobre el libro que el profesor, arrepentido, escribió después. Pero no nos engañemos, lo verdaderamente interesante es la pregunta, no la anécdota. Y por eso la película acaba distrayendo: uno entra al cine intrigado por el nazismo y sale preguntándose hasta qué punto la historia del instituto de Ron Jones es cierta, hasta qué punto tenemos que creernos aquello de "basado en hechos reales". Por lo demás, La Ola es como un episodio de Sensación de Vivir patrocinado por Ariel. La marca de detergente más aria de España.

4 comentarios:

NáN dijo...

Me resulta inquietante.

Más todavía si, cuando muchos no habíais nacido, la TV era un duelo de anuncios entre Ariel y Omo, acabamos descubriendo que las dos marcas pertenecían a la misma compañía, eran el mismo jabón y solo se diferenciaban en la rama final de empaquetamiento.

Anónimo dijo...

Está basada en hechos reales, sí, pero de hace 40 años.Hoy por hoy no puede haber otro nazismo ni el consecuente holocausto porque nada es tan auténtico como para hacer que un pueblo entero queme a seis millones de personas porque son morenos y tienen la nariz grandes.Hay algunos similacros, pero afortunadamente muy pobres.

NáN dijo...

Siento desilusionarte, La Nena, de verdad que me cortaría una mano para que tuvieras razón.

Pero ni en la IIGM se redujo todo a esos 6 millones, aunque tengan más capacidad para publicitarlos, pues habría que multiplicar esa cifra por 8, ni ha dejado de producirse el que los poderosos, por intereses, organicen guerras en las que muere mucha gente y nadie se puede oponer porque es un antipatriota y no se le hace caso.

También está el genocidio de la muerte por hambre, que es muy graciosa. En África, donde millones de personas mueren de hambre, las grandes multinacionales están comprando terrenos cultivables para plantas de biocombustibles (los occidentales pagamos mejor) y para ciultivos alimentarios que irán directamente a Occidente (pagamos mucho mejor). Hambre y menos tierra, más efectos ya contundentes del cambio climático =
genocidio alimentario.

El nazismo, desde luego, no se presentará como en aquellos tiempos. No hace falta. Se puede hacer lo mismo con el pensamiento unificado que producen los medios de comunicación y unos servicios secretos y militares que succionan el mayor porcentaje del PIB.

Ojalá, de verdad, tuvieras razón. Pero sin uniformes de opereta, están haciendo lo mismo.

chicoutimi dijo...

Y no estamos callando desde hace tiempo ante tantas barbaridades que nadie ignora? No sigue ahí Guantánamo? Y Palestina? Y el Congo? Sudán?
Un día próximas generaciones preguntarán cómo fue posible que permitiéramos todo esto, y un profesor de secundaria hará un experimento de ceguera voluntaria.
Me perdí Die Welle cuando la estrenaron aquí, y me dio mucha rabia. Tú, Rfa., ahora dices que es como Sensación de vivir, y me dejas a cuadros!