miércoles, 5 de septiembre de 2007

Aforismos. Cultura y valor

No os de pereza el título y leed esto:

[194] Los hombres de hoy creen que los científicos están ahí para enseñarlos, los poetas y los músicos para alegrarlos. Que estos tengan algo que enseñarles es algo que no se les ocurre.

Os suena a enseñanza budista o algo parecido, ¿verdad? Y la siguiente pensaréis que es de Confuncio totalmente:

[239] Un hombre está preso en una habitación que no tiene llave y cuya puerta se habre hacia adentro, si no se le ocurre tirar de ella en vez de empujarla.

Pero sin embargo, quién iba a decirnos que se trata de un filósofo occidental, el mismísimo Ludwing Wittgenstein. Sí, el mismo, como lo habéis oído. Yo nunca había leído nada de W. hasta ahora y aún así lo hago indirectamente. En cierta medida me da un poco de miedo adentrarme en la filosofía de W. Desde que la estudié en el instituto siempre he pensado que podría volverme loca con sus texto, que se me podía ir la cabeza, perdéseme en un mundo del que ya no podría regresar. A parte de este pequeño libro de aforismos, lo que más me he acercado a W. es a tavés de otro librito llamado El sobrino de Wittgenstein, de Thomas Bernhard, y en él solo se le nombraba.

Los textos los he extraído del libro Aforismos. Cultura y Valor que recoge una selección realizada por Georg Henrik von Wrigth de los apuntes efímeros, como los llama él, que W. iba escribiendo, entre paréntesis, a veces, entre sus textos filosóficos. Estas anotaciones no son solo filosóficas, también las hay que tratan temas generales, e incluso algunas son autobiográficas.

Si os han gustado, he seleccionado un par de ellas (pinchad en Leer más) que a mí me dicen algo:

[274] Apresar profundamente la dificultad es lo difícil.
Pues al apresarla superficialmente, sigue siendo la misma dificultad que era. Hay que arrancarla de raíz, y esto quiere decir que debe empezarse una maner nueva de pensar sobre esas cosas. Por ejemplo, la modificación debe ser tan decisiva como la que llevó del pensamiento alquimista a la químico. Lo qu eresulta tan difícil es asentar la nueva manera de pensar. Una vez que ésta queda sentada, desaparecen los viejos problemas, y hasta resulta difícil volver a aprhenderlos. Pues residen en la forma de expresión, y cuando se reviste una nueva, arroja uno los viejos problemas con el viejo ropaje.


[337] Es posible que quien ha hecho un trabajo importante vea ante sí espiritualmente -sueñe- una continuación, una prosecución de su trabajo; pero sería muy curioso que sucediera tal como lo había soñado. Es evidentemente fácil, hoy en día, no creer en los propios sueños.

Si queréis más me las pedís. Yo, encantada.

Aforismos. Cultura y Valor, Ludwing Wittgenstein, traducido por Elsa Cecilia Frost, Austral, 2007.

7 comentarios:

Rfa. dijo...

A mí, la verdad, las frases no me han dicho nada. Me da la sensación de que están cortadas. Pero bueno, eso es una manía mía. Por eso no me suelen atraer los libros de aforismos: están muy bien para tirarte el pisto, pero casi nunca te permiten descubrir de qué iba lo que realmente se trataba de decir cuando se dijeron. De W. recuerdo que estudiábamos su pensamiento en COU, allá por los años noventa. El enfoque que hizo mi profesor se centraba en todo lo que W. había dicho sobre el lenguaje. Ahora, tantos años después, ya no me acuerdo de nada profundo que pueda escribir aquí y quedar como si fuese listo. Pero sí que hay algo que me hará quedar como un flipao: recuerdo que le iba soltando rollos de filosofía a la gente que conocía en los bares, y todo el mundo pensaba que era un tipo cultivado. Ay, juventud, divino tesoro...

Miguel Carvajal dijo...

"Ahora, tantos años después, ya no me acuerdo de nada profundo que pueda escribir aquí y quedar como si fuese listo". ¡Este Rfa. cada vez me hace más gracia!

El primer aforismo que apuntasm Magapola, tiene su miga en estos tiempos (siglo y medio) tan tiranizados por la ciencia. El arte en general puede enseñarnos sobre la libertad, el amor y la conciencia, sin pretensiones moralizantes, quiero decir. La ciencia, no.

¿He quedado bien? ;-)

Rfa. dijo...

No te dejes engañar por las apariencias, Sintomatico: mi humor no es humor, es tontería. En realidad, esta mañana he confundido "aforismo" con "cita". Soy un desastre...
(Por cierto, Magapola: he vuelto a leer el post y me han gustado bastante más los que has seleccionado. Nada como prestar más atención, ¿eh?)

ese dijo...

Y hoy un poeta, un pintor, un músico, un fotógrafo, o un programador, crea y transmite belleza por medio de las herramientas que gracias a los científicos existen.
No sé qué diferencia vital hay ente la "ciencia" y el "arte".
Es un antagonismo anacrónico en estos tiempos.

June Fernández dijo...

Está bien pero estoy con Rfa, los aforismos no me convencen y de las clases de filosofía del insti sólo recuerdo vagamente que se centraba en el lenguaje.

Yo estoy intentando leer un libro super new-age, que está de moda en ese rollito, El poder del ahora. No me van esos temas porque me hacen sentir inútil (lo de apagar la mente no aspiro a conseguir hacerlo en la vida) pero me lo recomendaron mi madre y mi padre, y que coincidan en algo es un auténtico milagro.

Anónimo dijo...

¡Más, más, más! (o sea, tres; al menos).

He leído libros sobre él, sobre su relación amorosa... pero cuando traté de leer su obra fui incapaz de entenderla. Quizá no apresé en profundidad la dificultad de lo difícil.

Me resultan estimulantes, tus dos aforismos. Aunque una frase separada del resto pueda desviar del sentido original, las frases potentes abren senderos. De hecho, siempre subrayo los libros y apunto las páginas donde subrayé, para en una tarde tonta ver qué me interesó de un libro.

Anónimo dijo...

Nán, aquí tienes lo que pides. Perdona el retraso, pero es difícil escoger. He seleccionado dos: uno largísimo (el punto después del paréntesis estaba en el libro, posiblemente yo lo hubiera puesto dentro del paréntesis, tú me entiendes); y otro cortísimo muy sensual para mí. Espero que te gusten y gusten a los que se atrevan con ellos:

[27] Engelmann me dijo que cuando en su casa sus manuscritos rebosaban sus cajones, le parecían tan hermosos que consideraba que valía la pena entregarlos a otros hombres. (Lo mismo le sucedía cuando repasaba cartas de sus parientes fallecidos). Pero cuando piensa en hacer una selección, todo el asunto pierde su encanto y su valor y resulta imposible. Yo le dije que aquí teníamos un caso semejante: nada sería más notable que ver a un hombre entregado a cualquier actividad sencilla y cotidiana, mientras considera que nadie lo observa. Pensemos en un teatro, el telón se alza y vemos a un hombre solo que va y viene por su habitación, enciende un cigarro, se sienta, etc., de tal modo que de pronto vemos a un hombre como nunca podemos verlo, casi como si viéramos un capítulo de una biografía con los propios ojos; esto debería ser a la vez inquietante y maravilloso. Más maravilloso que cualquier cosa que un escritor hiciera representar o leer en la escena: veríamos la vida misma. Pero esto lo vemos todos los días y no nos impresiona lo más mínimo. Sí, pero no lo vemos en la perspectiva. Así, cuando Engelmann ve sus escritos y los encuentra maravillosos (sin embargo, no querría publicarlos individualmente), ve su vida como una obra de arte de Dios, y como tal es, desde luego, digna de admiración, cualquier vida y todo. Pero solo el artista puede presentar lo individual de tal manera que nos parezca una obra de arte; aquellos manuscritos pierden, con razón, su valor cuando se los considera individualmente y, en general, cuando se los ve sin prevención, es decir, sin estar encantado de antemano. Por así decirlo, la obra de arte nos obliga a adoptar la perspectiva correcta, pero sin el arte el objeto es un trozo de la naturaleza como cualquier otro y el que nosotros elevarlo por el entusiasmo no da a nadie derecho a proponérnoslo. (Debo pensar siempre en una de esas fotografías insípidas, que encuentra interesante quien la tomó, porque estaba allí y experimentó algo, pero que un tercero observa con frialdad justa, si es que es justo observar una cosa con frialdad).
Pero ahora me parece que, aparte de la tarea del artista, hay otra manera de apresar el mundo sub specie aeterni. Creo que es el camino del pensamiento que, por así decirlo, vuela sobre el mundo y lo deja tal cual es –contemplándolo desde arriba, en el vuelo.

[53] La deliciosa diferencia de temperatura de las partes del cuerpo humano.