martes, 4 de septiembre de 2007

La dictadura dependiente de IKEA

“Yo por mucho que me empeñe no veo la república idependiente por ningún lado de mi casa. Yo solo veo la dictadura de IKEA, habita en cada rincón, hasta pienso que la pelusa de debajo del sofá venía embalada con instrucciones para montar…

Voy a casa de mis amigos y… sí, me siento como en mi propia casa: el sofá igual de mullido, las sillas igual de plegables, el jarrón del mismo color, la lámpara con la misma forma…”

Escuché estas palabras y vi mi destino… Al menos alguien ha sabido verle el lado divertido:

8 comentarios:

Scout Finch dijo...

Yo odio IKEA. Aparte de que uniformiza las casas, me parece una tienda de lo más molesta, con esos recorridos que te obligan a verlo todo. Y además, si no puedes ir a diario, los fines de semana no hay quien lo aguante. Y luego las colas en las cajas.

Sólo he ido dos veces y me horrorizó, pero sé que cuando logre independizarme terminaré llendo. Sé que es mi destino, jajajaja.

Besos.

Rfa. dijo...

IKEA no es tan terrible. En el fondo, ayuda a las parejas. A los hombres, por ejemplo, nos da la oportunidad de alimentar nuestro ego masculino. Frases como "esa estantería la he montado yo, jo, jo" han dejado de estar reservada a los manitas. Además, esta tienda es un filtro ideal para parejas potencialmente fracasadas. Es mucho mejor darte cuenta de que odias a tu pareja después de cuatro fines de semana seguidos en IKEA, que darte cuenta dentro de 20 años, cuando tienes que pagarte el divorcio.

Anónimo dijo...

Pertenezco a la minoría de los que no tenemos móvil. Dentro de ella, a los que nunca hemos pisado IKEA (reconozco que en mi casas hay vasos y copas comprados allí, pero hago como si no me enterara). Creo que eso me sitúa dentro de una especie a extinguir y por tanto protegida (tenéis que cuidarme).

Miguel Carvajal dijo...

Me hace bastante gracia lo que decís. Es cierto. Sobre todo eso de que Ikea genera más esclavitudes que libertades. Hace un mes instlalé un mueble de cocina y los pomos ya se han despegado. Uggghh!

Eduardo dijo...

Lo último que he oído es que el catálogo de Ikea, publicidad vamos, se vende en kioscos por 3 euros. Les pagamos para que hagan publicidad, ojalá hubiera sido yo el fundador de Ikea, qué morro.

Walter Kung Fu dijo...

Cuando me toca ir a ese lugar lleno de muebles y de gente sin nada mejor que hacer me pongo malo, pero de verdad: tengo calor, me falta el aire, mi vista se difumina, cuando me tocan me sobresalto, las voces me irritan, me tropiezo con el mobiliario,..., si fuera Jim Carrey externalizaría toda mi fobia en multitud de gestos e histrionismos, así que sólo se me pone mala hostia y mala cara y no me queda otra cosa que hacer que envidiar a los niños que por allí corretean o se sumerjen en un mar de pelotitas de colores y salir de allí lo antes posible con el menor número de discusiones posible con mi compañera de decoración y de hogar.

A pesar de que lo detesto, con seguridad, me veo obligado a que hasta lo que no es de IKEA en mi casa lo parezca. Al menos siempre nos quedarán las promociones de los bancos para disimular.

June Fernández dijo...

Será que en Bilbao lleva poco tiempo porque no lo veo tan así. Supongo que dentro de unos 5 años entenderé lo que decís. En mi piso de estudiantes todo es de IKEA pero como aquí todavía es hasta original... Al leer el título pensaba que ibas a hablar de otra cosa que me pregunto: qué habrá de real en el rollito de empresa sostenible que se marcan. Por cierto, gracias por enlazarme.

Alis dijo...

Ikea es culpable de todo lo que decís, sí, y yo también odio su buen rollito ecologista-amamosalosniños-redecoratuvida que acaba siendo una globalización encubierta de los hogares europeos, pero... Admitámoslo; es la única tienda de muebles que existe que cuida el diseño mantiendo precios tan baratos.