lunes, 18 de diciembre de 2006

Europa, Europa...

No puedo dejar de compartir esta revelación, esta cuasi epifanía diría yo, que acaba de tener lugar en la cafetería de mi trabajo. Estaba yo comiendo con un compañero mío, quizá el único que además de compañero es amigo, y charlábamos, como no tratándose de lunes, sobre el fin de semana. Al chaval, por lo visto no se le ha dado mal... Ha pillado, vamos. Hasta aquí todo normal, quién no comenta tamañas proezas de fin de semana, cuando todos sabemos que en más ocasiones de las que nos gustaría, resulta mucho más gratificante contarlo que haber estado allí. Pero, ay amiguitos, esta vez lo reseñable no ha sido el qué, lo cual ya es bastante en los tiempos que corren, ha sido el cómo.
Stop!¡Alto!¡Deténganse esas mentes calenturientas que ya están imaginándose a mi compañero de trabajo realizando el acto vestido de Superman, con una careta de Aznar, en los probadores de El Corte Inglés, con una embarazada, o groserías por el estilo!. Es algo mucho más sencillo que eso. ¿Recordáis Todo lo que quiso saber sobre el sexo pero nunca se atrevió a preguntar?. En aquel film, Woody Allen retransmite en su cabeza todo un partido de béisbol en aras a concentrarse y no "llegar a la meta" antes que su compañera de cama, una de las máximas masculinas de primera cita, de cara a la posibilidad de que haya una segunda.
Supongo que en esto, cada maestrillo tiene su librillo, pero, sin duda, la técnica de mi compañero de trabajo es insuperable, en cuanto a originalidad y a eficacia se refiere. No estamos ante una tarea fácil, no; el tópico manido que induce a pensar en tu madre o en tu abuela no es válido; tampoco se trata de que se nos corte el rollo, hablando coloquialmente. Bien, he aquí donde reside la grandeza de mi compañero de trabajo, quien, por cierto, anda a vueltas con la hipoteca y la subida o bajada del Euribor, ¿quéreis saber cuál es su secreto? ¿en qué piensa mi compañero de trabajo a la hora de cumplir como Dios manda, en ese momento animal en el que "eso" es más difícil de controlar que los esfínteres para un alumno de preescolar?

Primero los miles, luego las centenas, luego las decenas, y vuelta a empezar.

Queridos lectores de Sindrogámico, mi encomiable compañero de trabajo cambia mentalmente cantidades de seis cifras de euros a pesetas justo antes de tener un orgasmo.
Nada más y nada menos.
Una actividad mecánica que entretiene, sin concentrar la atención en lo que está sucediendo, ni tampoco desviarla de manera fatal.

Si alguien conoce algún truco mejor, que venga Dios y lo vea.
Y mientras tanto,
¡Larga vida a la Unión Europea!

6 comentarios:

uachi dijo...

si todos los ciudadanos españoles en disposición de ayuntarse hubieran adoptado esta (sabia) medida otro gallo nos hubuera cantado con la implantación del euro; menos inflación,menos redondeo y más conciencia europeista quizá.
Un hurra por este chavalote

Anónimo dijo...

Demos la vuela a la tortilla: si nos hubiéramos ayuntado tantas veces como hemos tenido que hacer el cálculo de monedas otro gallo nos hubiera cantado.

Antikhristas dijo...

Original sí, pero si su compañera se enterara de semejante falta de concentración... sabe él que le has dedicado un post en Sindrogámico?

n. dijo...

Sólo deciros lo mucho que gusta que se utilice la palabra ayuntar. Mmm, ayuntar, ayuntar, ayuntar...

Anadja dijo...

Tranquis, que él sabe que se le ha dedicado un post en sindrogámico y además hay ciertas cosas cambiadas (pero el espíritu de la historia permanece intacto), así que nadie nunca sabrá quién es...
La verdad es que "ayuntar" tiene su punto, sí...

rinconete dijo...

Es sin duda un buen sistema, pero como hacemos aquellos pobres conejos que vivimos fuera de la zona euro?