El Hola mola.
Este año he decidido suscribirme al ¡Hola!. Hace tiempo que siento una fascinación morbosa por toda la prensa del corazón, y en los últimos meses he comprendido que revistas como ésta son un referente imprescindible de nuestra cultura. El ¡Hola!, por si no lo sabéis, es la única cabecera española que ha conseguido saltar fronteras y conquistar mercados tan competitivos como el británico, donde se publica como Hello!. ¿Acaso no es esto motivo suficiente para, por lo menos, sentir una pizca de curiosidad? Yo creo que sí. Además, con 3346 números editados, el ¡Hola! es una reliquia del pasado. Y cualquier intelectual con un mínimo de rodaje como vosotros sabe que todo lo de ayer es mejor que lo de hoy, ¿no? Por motivos como éste, pero también por pura frivolidad, a partir de ahora publicaré un post sobre el último ¡Hola! cada semana. Hoy, como es la primera vez, voy a comenzar con una lista de motivos para valorar esta extraordinaria publicación. Podréis encontrarla si pincháis en "leer más".
¿Por qué mola el ¡Hola!? A continuación, algunos argumentos con ejemplos sacados del número 3346.
Porque nadie maneja el arte de la sutileza como ellos. "Isabel Sartorius, cicerone de Benicio del Toro en la noche madrileña". (Titular de la página 48)
Porque sus redactores sí que saben cómo arrancar un artículo. "Ella es la antítesis del arquetipo de la frívola heredera de cabeza vacía. Por fuera, el brillante cabello rubio, la figura curvilínea y el atuendo glamuroso dan la impresión de una Paris Hilton en una sala de juntas. Pero la hija del magnate de las inmobiliarias Donald Trump es una persona de veintiséis años muy dinámica, inteligente, segura de sí misma y, ahora también, una formidable mujer de negocios que se ha ganado su puesto como vicepresidenta en la empresa de su padre". (Página 6. Es el primer párrafo de toda la revista).
Porque no hay nadie que escriba pies de foto como los suyos. "Los príncipes de Asturias comieron en la cantina de la Expo un menú de algo más de seis euros, que "estaba de maravilla", según doña Letizia. Sobre estas líneas, con sus bandejas, esperando turno para pedir lentejas estofadas, escalopines y yogur. Abajo, don Felipe pagando su café, después de hacer cola quince minutos". (Página 24).
Porque son maestros a la hora de condensar información útil en un titular. "Antonio Banderas y Melanie Griffith, en el festival de Toronto, donde también estuvieron, aunque no coincidieron, Brad Pitt y Jennifer Aniston". (Página 52).
Porque tienen a los mejores fotógrafos y a unos estilistas sin parangón. Sólo hay que ver el reportaje de la portada que ilustra este post, con una estupenda Isabel Pantoja, un Paquirrín más despierto y sonriente que nunca y un Paquirri que regresa desde el mundo de los muertos para posar en lienzo. 17 páginas, 15 fotos, 7 trajes distintos cada uno. Eso sí, siempre el mismo los dos, como si fuesen gemelos. Impagable.
21 comentarios:
Jejeje, sacando los colores a la prensa rosa y a los Pantoja (la evolución de Paquirrín a Kiko ha sido peor que la de Gregor Samsa y es increíble que sigan tirando de Paquirri como fuente de ingresos). Aunque sí te soy sincero dudo que pudiera soportar tus crónicas de Hola todas las semanas. Demasiado cotilleo para mi.
Me ha encantado. Además de echarme unas risas, me tomo muy en serio el análisis periodístico. Los leeré con avidez.
Nunca dejará de asombrarme tu capacidad epatadora. Ole.
¡Ay, Rfa.ito Rfa.ito!
Tu única defensa es que lo hacen muy bien. ¿Habría entonces que admirar al torturador capaz de inflingir más dolor sin que el torturado pierda la conciencia?
Quiero más razones.
Opino como Nán. Echarle una ojeada cuando acompañas a tu madre a la pelu es una cosa, pero cada semana... ¡tienes estómago!
opino como nán y como magapola. Yo es que mira, de verdad, jo, es que con la prensa rosa, osea, no puedo, vale?
En realidad, a mí me parece que el ¡Hola! ni siquiera es prensa rosa. Sobre todo desde que han aparecido revistas como el Qué me dices o el Cuore. Comparada con éstas, el ¡Hola! es un dechado de glamour y de elegancia. De hecho, creo que esa elegancia, ese afán por no cruzar nunca la línea de la vulgaridad, es una de las principales bazas de la revista. Sobre todo porque muchas veces los personajes que aparecen son de una vulgaridad insoslayable. Me fascina todo el aparato escenográfico que despliegan para sus exclusivas porque es como de otra época, se percibe una atmósfera solemne que, en el fondo, no tiene ni pies ni cabeza.
Para que os hagáis una idea de lo que quiero contar, ahí va una anécdota. Una vez me hice amigo de un fotógrafo que había hecho un retrato oficial de Franco. Al parecer, el Generalísimo se había presentado a la sesión con la bragueta bajada, pero nadie se atrevió a decírselo. ¿Os lo imagináis? Todo el mundo siguió trabajando como si tal cosa, afectando una seriedad comletamente inapropiada para una situación tan ridícula. A continuación revelaron las fotos, las retocaron y las mandaron a todas las instituciones. Hay algo en ese respeto hacia el monigote, en parte falso y en parte real, que me fascina. Y creo que también se puede encontrar en el ¡Hola!.
(Otra cosa bien distinta es que los árboles no os dejen ver el bosque. Ahí ya no puedo ayudaros, queridos).
Pues a mí es precisamente esa trascendencia y seriedad del ¡Hola! la que me chirría un poco. Es un poco como ver a Cristina García Marcos en "Corazón, Corazón", toda esa pretendida seriedad y glamour forzado me resulta algo más incómodo que el pitorreo abierto de revistas como el "Cuore" y sus gracietas de carpeta de adolescente. Desgraciada o afortunadamente, el glamour as we know it murió hace ya años, el día que Estefanía de Mónaco descubrió el circo o a Ernesto de Hannover le dio por mear en las paredes de los pabellones de las exposiciones universales. Y ahí no hay vuelta atrás. Ahora, como bien dices, todo es maquillaje y escenografía, intentando disimular que donde ayer estaba Grace Kelly, hoy está la Pantoja. Y, para eso, prefiero el cachondeo. El problema es el de siempre, que la gente no sabe
No cabe duda de que el Hola al menos mantiene un poco la dignidad del famoso, y eso les honra. Eso sí, glamuroso o no...es una tomadura de pelo total.
"Antonio Banderas y Melanie Griffith, en el festival de Toronto, donde también estuvieron, aunque no coincidieron, Brad Pitt y Jennifer Aniston".
El dato de que no coincidieron...tremendo. Lo principalmente interesante de todo esto, a mi juicio, es que la gente lo consume compulsivamente. Ese matiz me será de ayuda si algún día intento idear un siniestro plan para dominar el mundo
rfa. pues anda que la foto que has colgado de la pantoga y su higo es de un glamour que ni "une salade de coeur de canard".
Jo, ¿y no te aburre? Yo a veces hojeo el Hola en la pelu (el lugar al que pertenece) y nunca hablan de nadie que yo conozca, así que me aburre. Tienes que estar muy al tanto para que estas revistas te entretengan... ¡Marujón! ;)
pues Abel Arana ya hace una cosa así, me río mucho con él, asi que a ver si lo superas: http://abelaranamedia.blogspot.com/2008/09/revista-hola-los-restos.html
Jajajaja, muy bueno, Rfa. Me encanta que la periodista de turno califique de revelador que "Mi Francisco es el hombre de la casa". Y fíjate tú que no sé si me gusta más Hola que Cuore. La crueldad de la segunda, jactándose con la celulitis de las famosas, me parece tan humana o inhumana (según como se mire) como la vacía y superficial admiración de Hola por la aristocracia y la riqueza.
No sé, entiendo que ciertas estrellas de cine puedan resultar atractivas, pero esa pasarela de famoseo español (que si Nati Abascal, que si el marqués de turno...) cada día me echa más pa' atrás. Casi me quedo con la Pronto, que es la que lee mi abuela: no hay mucha caspa como en las más chabacanas ni tanta veneración como en Hola.
Muerte al corazón.
¡Ja, ja, ja, n.! Me he reído mucho con eso de que "el glamour as we know it murió hace ya años, el día que Estefanía de Mónaco descubrió el circo o a Ernesto de Hannover le dio por mear en las paredes de los pabellones de las exposiciones universales". Pero creo que, pese a todo, la diferencia entre un famoso de hoy y un famoso de antaño es sólo cuantitativa. Son distintos niveles de la misma cosa. Una vez que hemos aceptado que podemos admirar a una persona a la que no conocemos de nada sólo porque sale en las revistas... ¿qué más da si es la Pantoja o Carolina de Mónaco?
Por lo demás, yo también me divierto con el Cuore o el Qué me dices, pero me parece un placer menos sofisticado, más rudimentario y visceral, que el placer que proporciona el ¡Hola!.
Perdón por la insistencia, pero no podía dejar de compartir con vosotros un documento gráfico escalofriante, la prueba definitiva de que el ¡Hola! es mucho más que una revista para señoras. En en rincón de la primera página del reportaje sobre Isabel Pantoja se ha colado la sombra del fotógrafo. ¿Y de quién diréis que se trata? Su perfil cornudo no deja lugar a dudas. ¡Satanás!
Yo creo que es más bien el Sr. Photoshop que está colado por toda la foto. Las señoras y los demás que la leen se merecen algo más, ¿no?
El reportaje entero está lleno de detalles eruditos. Por ejemplo... ¿no os resulta familiar la pose de la Pantoja con los perrillos falderos a su lado? Efectivamente, lo habéis adivinado: en el ¡Hola! le hacen guiños a Goya.
¡Jajaja! Todo es justificable, ¿no? Toda la casa real y demás seudoaristocracia rancia es un guiño a Goya u a otro...
a mí me parecen las orejas del ratoncito Mickey, mucho menos glamouroso que Satán.
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