viernes, 21 de octubre de 2011

Ser progre, por Alberto Olmos

¡Cuanto tiempo! Bueno, el blog sigue escacharrado y Google, aunque parece Dios porque está en todas partes, a mí no me escucha, le mando mis plegarias y nada. Atea quiera o no quiera.

Mientras, vendré por aquí a dejar polémicas, como este comentario de Alberto Olmos sacado de una reciente entrevista:


—¿Qué le inspira el adjetivo progre?

—Progre es una persona que disfruta de todas las ventajas de estar en la clase alta, pero que no quiere asumir ninguna culpa y entonces manifiesta supuestas emociones solidarias con todos los que sufren. El problema de los progres es que creen que los pobres quieren la igualdad, pero lo pobres no quieren la igualdad, quieren ser ricos. Todos sabemos que vivir bien es mejor que vivir mal, y que el dinero te hace feliz. La gente no quiere igualdad, la gente quiere ser rica.


¿Duele?

Puede que pronto traiga por aquí su nueva novela Ejército enemigo.

5 comentarios:

Centro Picasso Vilnius dijo...

¡Me alegro de leeros otra vez! ¿Qué le pasa exactamente al blog?

dintel dijo...

Seguro que se quedó más ancho que largo.

Magapola Sindrogámico dijo...

¡yo también me algro de veros por aquí!

problemillas con las fotos, Martes.

el libro 'Ejército enemigo' cae hoy en mis manos y ya comentaremos si os lo habéis leído o si lo queréis leer.

Anónimo dijo...

¡Bravo Magapola!
Ni el todopoderoso Google puede contigo!

NáN dijo...

joedelete qué bien.

No te joe el maromo descubriendo América: claro que lo que queremos es tener todas las necesidades satisfechas. Los cristianos, según sus Santos Escritos, valoran la pobreza. Los que queremos un mundo mejor, lo queremos así, MEJOR.

Creo que este muchacho empieza a perder el norte por un lío que se hace con su famoso personaje virtual. Vamos, que antes la función on-off del personaje le funcionaba estupendamente, pero ahora tiene fallos.

También temo que quiera ocupar en España el nicho comercial de Houellbecq: El Feo, el Malo y el Peor.

Pero para eso no es necesario coppiar a Intereconomía y pensar como Mario Conde (Mario Conde, sin brillantina no es grtan cosa).

Dicho todo esto, gente que sabe me ha hablado muy bien del libro. Tiendo a no leer contemporáneos, así que lo dejaré reposar un ratito.

Besos y me alegro de reverte