Tropic Thunder VS Quemar después de leer.

Bienaventurados los que no se toman en serio a sí mismos, porque ellos serán más guapos. Sí, sí, más guapos: siempre he pensado que la capacidad de reirse de uno es una virtud que adorna a la persona. Y lo he vuelto a comprobar este otoño con dos estrenos muy parecidos: Tropic Thunder, la nueva de Ben Stiller, y Quemar después de leer, la de los Coen. Dos películas concebidas como burla de películas, que es como decir películas que se ríen de lo que son: películas. Tropic Thunder mete el dedito burlón en la herida que abrieron obras clave del cine bélico como Apocalypse Now o Rambo, mientras que Quemar después de leer se pitorrea del cine de espías. Las dos me hicieron llorar de la risa, pero si tengo que quedarme con una escojo la de los Coen. ¿Por qué? Básicamente, porque Ben Stiller ha vuelto a caer en el mismo error de base en el que cayó cuando rodó Zoolander, su sobrevaloradísima sátira del mundo de la moda: se ríe de cosas que todo el mundo sabe que son ridículas. Y a partir de aquí hay dos consecuencias nefastas. Uno, que algunos chistes son obvios; y dos, que cuando la parodia se parece demasiado a lo parodiado, aburre. Los Coen han sido mucho más listos al escoger las pelis de espías: no sólo se están riendo de algo serio sino que además, cuando no se ríen de nada, lo que les queda es una película la mar de entretenida. ¿Moraleja? ¡No nos riamos de cosas obvias! ¡Pero sí de nosotros mismos!