Compartir música.
Seguro que os ha pasado alguna vez: montar en el autobús o en el metro y que alguien esté escuchando música sin auriculares. La reacción inmediata, lo sé, es indignarse, acalorarse y cagarse en Steve Jobs por haber inventado el iPod. Pero no, queridos, no hay que echarle la culpa al MP3. El deseo de compartir tu música con el prójimo es una depravación consustancial al ser humano. Desde el tam-tam de los indios hasta los politonos de Operación Triunfo, el hombre siempre ha encontrado un oscuro placer en mostrar a sus semejantes cómo suena su personalidad. Nadie está libre de esta pequeña debilidad, ni el más discreto de vosotros. Y si no os lo creéis, pinchad en "leer más" y encontraréis una lista de los diferentes tipos de exhibicionistas sonoros. Ya me diréis en qué categoría estáis vosotros.
Cantarín. Va por la vida tarareando o silbando cualquier canción. Él no se da cuenta, pero los demás sí. Es como las colonias baratas, que siempre dejan un halito pegajoso en el ambiente; en cuanto sale por la puerta, ya está todo el mundo contagiado de su banda sonora. Su gran conquista es el anonimato: se sabe que ha estado ahí pero no se sabe quién era. Su gran fracaso, la brevedad: en cualquier momento puede llegar otro cantarín a meterte otra canción en la cabeza y hacer que olvides la primera.
Motorizado. Si te gastas una pasta en colocar un estéreo de última generación en tu salpicadero, ¿por qué vas a guardártelo para ti? Sería tan absurdo como operarte las tetas y no hacer top less en la playa. El amante de los coches-discoteca es una persona feliz que sólo se ha hecho dos preguntas en la vida: exta-si, exta-no, y por qué El Coche Fantástico, tan tuneadito, no tenía radio. Mis favoritos son los que ni siquiera necesitan bajar las ventanillas para que el resto del mundo escuche sus melodías. Y si tienen graves, mejor.
Informatizado. La red, para ellos, no es la biblioteca global que describen los artículos cursis. Más bien es una discoteca. Los hay de varios tipos, pero todos coinciden en creer que la música no estorba para leer. Algunos, los peores, juegan la baza de la sorpresa y no te los ves venir: estás navegando por internet y de pronto tu ordenador empieza a atronar porque has ido a dar con una página que tiene hilo musical. Otros simplemente utilizan las canciones como contenido de sus blogs, colgando posts con videoclips que nadie ve nunca enteros.
Vecino. Si tuviera que hacer una caricatura de ellos los dibujaría con barba y con un pijama. Lo del pijama es porque sólo aparecen en tu vida cuando estás en la cama. Lo de la barba es porque son como Dios: invisibles y omnipresentes. El momento trascendental de su evolución fue la invención del tabique de pladur: aquel día el mundo se convirtió en un lugar más pequeño y con mucha más marcha.
Grabado. Éstos han evolucionado con el tiempo, pero en esencia se distinguen por su tendencia a registrar sonidos y su desinterada generosidad. Los identificarás porque siempre te dicen aquello de "mira, he grabado esto para ti". Los pioneros, los más antiguos, irrumpieron sobre la faz de la tierra cargados de cintas TDK de noventa minutos. Luego se pasaron a la cultura del CD, y ahora campan a sus anchas en el territorio postal, copando los buzones de tu correo electrónico con sus canciones en MP3. Lo peor no es que compartan su música contigo, sino que luego te pregunten qué te ha parecido. En el noventa por ciento de los casos hay que inventarse un juicio porque no le has hecho ni caso a lo que te grabaron.
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10 comentarios:
¡Esta vez me has pillado!
Cantarín. Tararearín...
Me doy cuenta cuando los que me rodean me dan una colleja. (Lo que , a su vez, me da derecho al exterminio de los que van con un algo sin auriculares).
Ja, ja, que lo sepas, has perdido un grabador de discos ;)
¿Y qué me dices de los que cantan en Karaoques u organizan fiestas con el juego de GuitarHero?
Yo también soy cantiarín, pero silvo tan mal que no se puede llamar ni música.
Y el silbador, otra variante del cantarín... Jo, es que me sienta fatal que interrumpan la música de mi cabeza con la suya; así no hay quien se abstraiga.
Qué gran lista ;)
De todos ellos, los que más me molestan son aquellos que nos hacen escuchar la música, generalmente horrible, que emiten sus móviles de última generación, ya sea en la playa, en el metro o en mitad de la calle. Su pose, también es altiva y engreída, como diciendo: "Sé que os molesta, pero os jodéis". Los que llevan iPod suelen ser más educados (¿cuestión de elitismo?) al escuchar música con cascos.
yo soy de las informatizadas,... pongo banda sonora a algunas entradas... pero dy la posibilidad del play... porque alguna vez he entrado en el trabajo en alguna web sin cerciorarme si el volumen demis altavoces estaban en 0 y... miradita de mi jefa... ups...
Al igual que Señor-Ina yo soy de los Informatizados e igualmente dejo la opción al play...detesto cuando abro un blog y se me dispara la música(me guste esta o no) entre otras cosas gusto de leer mientras escucho música...
pd. me has matao con lo del coche fantástico...de verdad no tenía ni un misero radiocasette? ni un cuatro pistas ni ná???
Me he quedado flipada con este artículo. Según parece si te gusta le indie eres depresivo, si el country trabajador, si el jazz creativo y si el heavy buena persona. ¡Toma ya! Pero lo mejor de todo es que si tienes pasta pones la música alta y si no baja… Si queréis participar en la encuesta pinchad aquí
Y hablando de música, el Reactable, de la Pompeu Fabra, ha recibido uno de los premios más importantes de arte digital: el Golden Nica. Yo estuve jugando una vez con el Reactable en la Laboral y fue divertido crear esas estructuras sonoras tan enigmáticas bajo el poder visual de la mesa, así a lo Björk.
Yo soy grabadora (joe, yo creía que mis mails con canciones gustaban...)y un poco informatizadora. Y silbadora, claro. De todas formas, es tal mi necesidad de sentir música todo el rato, ya sea dentro o fuera de mi cabeza, que hasta el mp3 con peor reggaeton o el punkie flautista más desastroso me alegran. Una, que es rara.
PD: Vengo de ver la peli del Che. Espero intercambio de opiniones. A mí no me ha convencido nada.
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