martes, 3 de junio de 2008

Primavera Sound 2008


Otro año más, algunos sindrogámicos, solleticos y demás compañía volvimos a hacer puente aéreo para asistir a un festival que, por lo general, nunca decepciona. Este año, sin embargo, un cartel teóricamente más flojeras que el de anteriores ediciones y unas previsiones meteorológicas nada halagüeñas nos hacían temernos lo peor. Finalmente hubo suerte: la lluvia apareció sólo al final y pudimos asistir a algunos de esos conciertos que se quedan instalados para siempre en el alma y en el cerebro. Tras el salto, un pequeño recuento.

Jueves 29

Public Enemy (RDL, 22:15). A ver, una cosa es apreciar los valores éticos y estéticos de una manifestación cultural, y otra cosa es meterse en esa cultura, aunque sea durante unos minutos. Por lo general, los conciertos de hip hop son ceremonias en las que la participación del público es casi tan importante como la música en sí, y esa comunión es imposible en un festival cuyo público mayoritario son treintañeros gafapastas que oyen los discos de hip hop con la misma distancia con la que ven un documental sobre espigadores chinos. Esto fue especialmente patente mientras The Bomb Squad intentaban calentar el ambiente con sus bases y sus cosillas ante la indiferencia y el regomello de parte del público. La cosa se animó cuando salieron Chuck D y Flavor Flav (con su sempiterno reloj de cocina al cuello) y comenzó a sonar “Bring the noise”. Pero, visto lo visto, sería capaz de apostar el abono del año que viene a que más del 60% de los asistentes no son capaces de tragarse un disco entero de hip hop, y es que bastante gente desertó tras “Fight the power” a seguir con otra cosa. Me lo imagino en el Cultura Urbana, y pienso que tiene que ser la hostia. Aquí, ni fú ni fa.

Portishead (RDL, 23:45). Beth Gibbons es Billie Holiday. Beth Gibbons es Patti Smith. Beth Gibbons es Patsy Cline. Todas las dudas que se pudieran tener sobre la oportunidad del retorno de Portishead se disiparon cuando entró la voz de la Gibbons en “Silence”. Puede que el envoltorio haya cambiado, pero la capacidad de remover las entrañas de Portishead sigue intacta. Cuando comenzó a sonar “The rip”, a muchos se nos puso un nudo en la garganta que se convirtió en emoción desbordada con la deconstrucción de “Wandering Star”, la apabullante “Threads” o la increíble “Roads”. Sí, había mucho de reivindicación generacional (¿cuántos de los que estábamos allí nos lamimos las heridas adolescentes con “Dummy”?), pero aquello no tenía nada que ver con la nostalgia. 11 años después, parece que Portishead nunca se fueron, y queda claro que nunca deberían irse. Un 10 como un piano de grande.

Vampire Weekend (VJ, 2:30). Que sí, que serán unos pijos, un hype, un “one record wonder” y todo lo que les quieran decir, pero “Vampire Weekend” es uno de los discos más frescos y divertidos de lo que llevamos de año, y el concierto no le fue a la zaga. Uno de los momentos más divertidos de todo el festival, en especial la epiléptica “A-Punk”. Si hubiéramos llevado carteles de esos que ponen “temazo”, no habríamos sabido en qué momento bajarlos…

Viernes 30

The Sonics (ED, 21:20). Tras la verbena del Imserso que nos brindaron los Buzzcocks el año pasado, parecía difícil liberarse de los prejuicios al ver a un grupo de señores mayores reviviendo glorias de antaño. Afortunadamente, The Sonics estuvieron más que dignos y se produjo un curioso fenómeno de retroalimentación entre banda y público: la llama tardó en prender, pero para el momento en que llegaron “Strychnine” y “Psycho” tanto banda como público vivimos un ligero flashback a los 60, cuando el rock’n’roll era sucio e importaba. Una reivindicación necesaria.

Cat Power (RDL, 1:05). Que Chan Marshall no esté ya (oficialmente) loca no significa que vaya por ahí siendo condescendiente y haciendo regalitos. Vino a presentar “Jukebox”, su segundo disco de versiones, e hizo un concierto sólo de versiones. Escoltada por una banda en estado de gracia, la Marshall convenció por carisma, profesionalidad y poco más. Fue bonito escuchar “She’s got you” o “I’ve been loving you too long”, pero cuando tocó “The greatest” dio un poco de rabia pensar lo que podía haber sido y no fue. Quizás en otra ocasión…

The Go! Team (ED, 2:15). Es difícil reproducir en directo el mazacote sonoro que son los discos de The Go! Team, así que lo mejor es tirar por la vía directa de la fiesta pura y dura. Con Ninja como perfecta maestra de ceremonias, era imposible no mover los pies, especialmente mientras sonaba la tremenda “Ladyflash”. Go! Go! Party!

El Guincho (VJ, 3:15). No voy a mentir: el disco de El Guincho es uno de los pocos discos que me dan jaqueca. Sin embargo, con unas copas de más y rodeado de un público entregado y con otras copas de más, el tropicalismo abigarrado de Díaz-Reixa viene bien para dar pista al desenfreno (tropical). Después de eso, sólo queda tomarse un Espidifen e irse a la camita.

Sábado 31

Darren Hayman & Jack Hayter play Hefner (Parc Joan Miró, 13:45). Nada mejor para una mañana de resaca que pasarla entre amigos. Allí estábamos Darren Hayman, Jack Hayter, la señora de Hayman con su mercadillo ambulante y un montón de veinteañeros tardíos y treintañeros tempranos que nos hemos visto reflejados mil veces en las crudas y caústicas letras de Hayman. Y así pasamos la mañana, fumando al ritmo de “The hymn for the cigarrettes”, recordando las veces que hemos suplicado “Don´t go”, divagando sobre “The weight of the stars” o maldiciendo de nuevo a “The sad witch”. En familia. Como en casa.

Okkervil River (ED, 19:10). Fue muy divertido ver al bajista de Okkervil River (que, por cierto, causó estragos entre el público femenino) señalando a todo el grupo mientras Will Sheff cantaba sobre una “banda de medio pelo” (en “Unless it kicks”). Aunque así fuera – y no lo es - , hay que rezar para que Okkervil River nunca cambien. En algún momento, Anadja comentó que le parecía estar viendo a unos Wilco sin ningún afán de trascendencia, y me pareció una gran definición. Daba gusto ver esa modestia, esa entrega, esa camaradería y ese buen rollo mientras sonaban gloriosas canciones de medio pelo como “Black”, “For real”, “The latest toughs”, “Unless it kicks”, “It ends with a fall” o esa preciosa “John Allyn Smith sails” y su precioso fundido final con el “Sloop John B” de Beach Boys. Uno de esos conciertos que amortizan una entrada de festival.

Young Marble Giants (Auditori, 20:15). La traslación al directo de un disco tan frio y cerebral como “Colossal Youth” tenía que ser, por fuerza, fría y cerebral. Y no hubo sorpresas. Ejecutadas con distancia y una precisión pasmosa, fue un placer recuperar canciones como “Man amplifier”, “Wurlitzer ballroom”, “Salad days” o “Credit in the straight world”, con una Alison tan agradecida como entrañable. Nunca está de más recordar que “Colossal Youth” es uno de los mejores discos de los 80.

Morente Omega con Lagartija Nick (RDL, 22:45). No sé qué pensaran los puristas, pero sería una injusticia no reconocer el enorme mérito de Morente, el único cantaor vivo (Camarón es otra cosa) capaz de acercar el flamenco a un público en principio tan absolutamente ajeno al cante. Puede que no fuera el escenario más adecuado (se colaba continuamente el ruido de otros escenarios), pero durante todo el concierto se sentía el ambiente propio de las ocasiones especiales, con picos de emoción en bruto en canciones como “Pequeño vals vienés” o la final “La aurora de Nueva York”. Como anécdota, fue bastante curioso poder asistir en menos de una hora a dos revisitaciones casi opuestas del “Hallelujah” de Leonard Cohen (minutos antes pudimos ver a Rufus Wainwright tocándola al piano). Uno de los conciertos más especiales de la historia del Primavera, por contenido y por contexto.

Shellac (ATP, 0:00). Si se creara una escala de autenticidad rockera, debería conocerse como “la escala Albini”. Sólo con guitarra, bajo y batería, Albini y sus 2 compinches regurgitaron durante más de una hora un mazacote de rock noventero, primario y totalmente libre de tonterías ante un público tan entusiasta como impactado. Heroína pura, pura.

Animal Collective (ED, 2:15). El colectivo animal es uno de los pocos grupos capaces de transportarte en una misma canción de una ceremonia chamánica a un viaje de ácido en la era de Captain Beefheart, de la soleada California de los Beach Boys a una rave salvaje en medio de la campiña. Tras una hipnótica “Peacebone” y la grata sorpresa del “Confy in Nautica” de Panda Bear, todo el concierto fue un viaje a través de un mundo tan críptico como mágico, tan inquietante como acogedor. Hacía tiempo que la música no me proporcionaba esa sensación de libertad, de riesgo, de futuro. Y eso, en una época en la que la nostalgia parece ser el único valor que cotiza en el mercado de la música, no tiene precio. Otra galaxia.

8 comentarios:

Rfa. dijo...

¡Cuidado, n.! Como los tipos de la organización se enteren de que escribes crónicas tan exactas van a meter mano en Blogger para cerrarnos Sindrogámico. Da gusto evitarse las horas de sol, de falta de sueño, de cola y de viaje, y aun así tener una impresión así de exacta de lo que ocurrió en Barcelona. A mí, por lo menos, me merece la pena ahorrarme la pasta.
Como no soy aficionado a los conciertos y todo lo que puedo aportar son las impresiones de un viejuno que no escucha a Portishead desde los tiempos del Dummy, sólo diré una cosa: cuando yo iba a conciertos, era incapaz de recordar siquiera el orden de las canciones. ¿Cómo lo haces tú para retener sensaciones tan concretas y distinguir unas actuaciones de otras? ¿Te pones en primera fila con lápiz y papel, o llevas una grabadora donde vas grabando tu propia voz, en plan: "22.46, la cantante sonríe. 22.53, el bajista mira al público y se burla de sus compañeros. 23.08, a mi lado hay unos tipos que hablan todo el tiempo". Lo hagas como lo hagas, es admirable. La última vez que fui a un festival, sólo fui capaz de resumirlo con un "me lo he pasado de puta madre, tío".

chicoutimi dijo...

A mí también me dejas siempre impresionada, n. Tremendas tus crónicas festivaleras! Van a acabar siendo una cita tan obligada como el propio festival.

Centro Picasso Vilnius dijo...

A mí me gustaría ser guay e ir a festivales, pero tras mi única experiencia en el MetroRock no pienso repetir. Tanta gente junta me agobia un montón (y sé que acabo de sonar súper carca, pero me da igual).

Walter Kung Fu dijo...

Pues muy bien n., que sigas informándonos de lo que ocurre en esos mundos de Dios a los que nos puede la pereza o el hastío musical. Ya me arrepiento de no haber ido anoche a ver a Shellac en Madrid, así como no haber ido al Primavara, otra vez, para ver a Portishead, Young Marble Giants o Okkervil River.

Y además (casi) no llovió.

NáN dijo...

impresionante, Sr. n. Si hubieras puesto un enlace a una canción de cada grupo, podría haber ido allí.

María Rogel (Lapor) dijo...

qué bien os lo habéis debido de pasar. Y qué bein que Portishead esté al pie del cañón con esa impresionante voz que le da mil vueltas a toda cat power o russian red. Por cierto, no se os ha pasado Tindersticks? un grupazo, de lo más elegante y si de voces se trata aquí tenemos una auténtica namarvilla de la naturaleza(o de las cuerdas vocales). saludos!

Pat dijo...

llevo dos años con problemas de agenda para poder ir, que ganicas poder oir a portishead y ya que estamos volver a Barcelona, que tengo morriña...

Anadja dijo...

Lo mejor del Primavera Sound, aparte de los conciertazos que reseña n. (amén del de Tindersticks. ¡qué razón tienes Lapor!), es que fuimos ab so lu ta men te felices.
No sabéis el gusto que da ver a n. abrazado a su cerveza, más feliz que un niño el día de Reyes, jejeje...