Ángel González, un poeta
Pétalo a pétalo, memorizó la rosa.
Pensó tanto en la rosa,
la aspiró tantas veces en su ensueño,
que cuando vio una rosa verdadera
le dijo,
desdeñoso,
volviéndole la espalda:
-mentirosa.
Ángel González, 101+19=120 poemas
Pétalo a pétalo, memorizó la rosa.
Pensó tanto en la rosa,
la aspiró tantas veces en su ensueño,
que cuando vio una rosa verdadera
le dijo,
desdeñoso,
volviéndole la espalda:
-mentirosa.
Ángel González, 101+19=120 poemas
Secciones: poesía
12 comentarios:
Me encanta este poema. Cuenta los estragos de la imaginación literaria y cinematográfica en la codiciosa imaginación.
¡Cuántos amores desgastamos por la maldita imaginación! El amor también debe estar en las pantuflas de casa.
Le comenté:
—Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
—¿Te gustan solos o con rimel?
—Grandes,
respondí sin dudar.
Y también sin dudar
me los dejó en un plato y se fue a tientas.
Ángel González
"Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta."
Hace unos años acudí a una boda en un pueblo de Francia, y alguien leyó el poema que ha publicado Anadja a los novios. Por la tarde lo he leído en Sindrogámico. Al llegar a casa, en el ascensor, m. me ha dicho que me traía un regalo, y ha metido un folio doblado dos veces en el bolsillo de mi abrigo. Era este poema. Antes de volver del trabajo y dármelo a mí, lo había distribuido entre algunos de sus compañeros de laboratorio. Creo que hay una chica que ha llorado. Nosotros, en casa, hemos podido hablar de si era un tipo de amor de mayores o un amor cotidiano... Qué suerte que tengamos estas letras y nos las podamos dar unos a otros.
Largo es el arte pero la vida corta
como un cuchillo
Ángel González
en realidad es un poco diferente ("largo es el arte; la vida en cambio corta // como un cuchillo"), pero la primera vez que lo recuerdo lo recuerdo así, aunque sea mucho peor.
Y creo que hacerlos nuestros, aunque los empeoremos, es lo que debemos hacer con los buenos poetas.
El poema que aparece en el comentario de Andja era el único que, hasta ahora, había leído de este poeta.
Ahora me entró la curiosidad.
Gracias.
Muchísimas gracias por descubrirme estos versos tan llenos de fuerza e imágenes. Tan llenos de vida y sentimiento.
Un besazo
Cuando me enteré de la noticia de su fallecimiento estaba viendo el telediario con mi compi-piso.
Dije: "Jo que pena, me encantaba este hombre"
Ella me mira y dice: "¿Quién es?
Le respondí sacando un cuadernito de anotaciones y le leí: "INMORTALIDAD DE LA NADA"
Saludos!
Magapola, he venido a saludarte y a leerte (y a leeros) y he pasado un buen rato, otra vez. Y siempre Ángel González, claro.
Un beso fuerte.
Me gusta el poema que os he puesto porque nos da la perspectiva necesaria para darnos cuenta de que debemos revisar todos los días nuestra idea de las personas y de las cosas que nos rodea, de dudar hasta de si eso que vemos es o no una rosa, de si hemos cambiado nosotros mismos. Los estragos de nuestros pensamientos, de nuestra imaginación, como bien dice sintomático.
Y gracias Anadja y Duna, por dejarnos más de este poeta, que parece que nunca cansa, ¿verdad? Siempre es querer un poema más, un poco más de él, como le pasa a Hada Gris. Y algo más que eso es lo que hace NáN, que consigue darnos el poema una vez pasado por él mismo, y eso no tiene precio.
Tampoco tiene precio las historias personales, como la que nos cuenta d., ese cruce casual de palabras en forma de poemas en un día que a mí me parece tan mágico… Como lo es poder descubrir a alguien a un poeta como Ángel González, porque nunca es tarde para él, Pat, ¿verdad que sí, Lolamento?
Y por supuesto, Lara, ven cuando quieras, léenos y, de paso, déjanos una pequeña huella, que sabes marcarlas muy bien.
Esto fue lo que yo escribí al enterarme:
Se ha ido Ángel González. Escribía para mí, estaba a mi servicio como un empleado fiel al que hubiera contratado. Yo leía sus poemas, incluso me aprendía de memoria algunos a fuerza de releerlos. Y seguiré haciéndolo. Es lo que tiene la poesía: que se lee y no se gasta. No era yo, desde luego, el único beneficiario de su labor, pero lo fui (y lo seré tras su marcha). Qué curioso que haya personas, como Ángel González, trabajando para mí sin yo pagarles nada: ni en metálico ni en especie. (Bien pensado, el mundo está lleno de gente así: servidores a quienes no pagamos y ni siquiera conocemos.) Como soy un gorrón pero intento no ser desagradecido, digo al menos gracias, Ángel.
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