lunes, 10 de septiembre de 2007

Se puede ser gilipollas y tener corazón.

Cuando era pequeño no entendía a los gilipollas. No me cabía en la cabeza que alguien fuese gilipollas adrede, que no tratase de evitar su gilipollez. “¿Es que no se da cuenta de que terminará quedándose sin amigos?”, me preguntaba. Luego, con los años, he aprendido que la cosa no es tan sencilla. Portarse como un gilipollas puede ser divertido, necesario y –esto es lo peor– hasta inevitable. Por eso, me gustaría que todos contempláseis este post como un alegato a favor de la gilipollez con corazón. Repetid conmigo: “se puede ser gilipollas y buena persona al mismo tiempo”. Así conseguiremos dos cosas: que me disculpéis cuando me porte como un gilipollas y, lo que es más importante, que no prestéis demasiada atención al componente súper ñoño de este estupendo vídeo.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

El cariño (la aceptación del otro, la atracción por el otro, por lo que es, haga lo que haga) que os tenéis los miembros de Sindrogámico está demostrado.
El mío, por si era necesario, lo afirmo aquí.

Al final, ¿de qué nos reímos cuando estamos con los amigos? De las veces que fuimos gilipollas.
El gilipollas permanente es el que no sabe (todavía) cobrar la distancia suficiente pare reírse de sus propias gilipolleces.

Dices bien: divertido, necesario e inevitable. Cuanto más terror preveyendo la inevitabilidad de la gilipollez, más risas en el futuro.

Anónimo dijo...

Los gilipollas siempre ma han dado pena porque, como el video demuestra, no quieren más que llamr la atención… ¡constantemente1, lo que les hace cansinos hasta no poder más. Como dice Nán, ser gilipollas de vez en cuando tiene su punto.

marta en parís dijo...

Ya sabes que yo también soy muy ñoña, por eso este anuncio me encanta. Mañana lo conocerá toda España. Subirán las visitas en Youtube, ya verás.

d. dijo...

Gracias, Rfa. por colgar este anuncio. Me ha parecido conmovedor y muy, muy inteligente. El viento, ¡claro! Y además, como cine, es muy sencillo, muy agradable. Por otro lado, del todo de acuerdo con Magapola: necesidad de llamar la atención es lo que le hace a uno alzar la voz.

Rfa. dijo...

No estoy nada de acuerdo con eso de que los gilipollas sólo quieren llamar la atención. Especialmente el personaje del vídeo. ¿De verdad pensáis que hace todas esas cosas para que se fijen en él? Pues mirad bien, porque yo creo que lo mejor de la peliculita es precisamente el componente trágico, eso de que el pobre viento no pueda ir contra su destino de tocapelotas. ¿Alguien vio aquella maravillosa película de Neil Jordan titulada Juego de lágrimas? Contaban la anécdota de un escorpión que se cargaba a la rana que le llevaba a cuestas para cruzar un río. Según se estaba ahogando, la rana le preguntaba: "¿por qué lo haces, si te estaba ayudando?". Y el escorpión le contestaba: "lo siento: porque está en mi naturaleza". Supongo que todos los que disfrutásteis con aquella película no pensásteis que el escorpión sólo quería llamar la atención, ¿verdad? Pues eso.

d. dijo...

Qué guay, Rfa. Esa misma anécdota la contaban ya antes en una peli de Orson Welles, ¿"La dama de Shanghai o "Mr Arkadin"?
Pero hablando de escorpiones... igual su naturaleza no viene sino de que desde pequeñito al escorpión le habían hecho sentir raro por ese aguijón que tiene, tan afilado y tan venenoso. Van pasando los años, y lo del aguijón va pesando cada vez más. Así, cuando la rana le pide que le pase al otro lado, el escorpión no puede hacer otra cosa que picarla. Pobre rana. El aguijón, el veneno, la única forma que el escorpión desesperado tiene de gritarse a sí mismo bien alto, llamar la atención... Sí, Rfa., trágico. Como el viento.

Anónimo dijo...

Es curioso, pero ver este anuncio, absolutamente genial, no me ha hecho pensar para nada en gilipollas ni gilipolleces.
Lo que me viene a la cabeza es lo ambiguo y arriesgado que resulta juzgar las aptitudes de algo o alguien, esa idea de que "nuestra mayor virtud es nuestro principal defecto".
Las características que nos definen son la clave del éxito en determinados momentos, y la razón de nuestros fracasos en otros.
Es una cuestión de oportunidad, al final.

June Fernández dijo...

Cómo disfruto con vuestros comentarios...