viernes, 7 de septiembre de 2007

Pobres escolares

La verdad es que es complicado ser niño en esta época, ¿no creéis? Son mayores a destiempo. Sin ir más lejos, hoy mismo leo una noticia que dice que los niños españoles ya empiezan a tener problemas de espalda a los seis años. Y todo por culpa de los libros. No, si de lo que no tengan la culpa los libros… ¡Así como quieren que lean los niños! Pues parece que lo que quieren los médicos es que los niños lea por fascículos, es decir, que cada mes vayan al kiosco a comprarse el número nuevo que ha salido para mates, lengua, natu.

Yo cuando era adolescente siempre veía series americanas de chicas populares de instituto, e incluso de universitarias primerizas que se tiraban todos los episodios en la cafetería, y me preguntaba: ¿por qué en España no tenemos taquillas? Con lo que me hubiera molado a mí tener una…

10 comentarios:

Rfa. dijo...

Yo estudié en Estados Unidos y tuve mi propia taquilla en el instituto. Pero no te fíes de las apariencias, Magapola, que al final acabas pagando. Supongo que, para darle algo de sentido y que la uses todos los días, los profesores deciden que lo mejor es no mandarte deberes, y así puedes dejar los libros dentro cuando te vayas. ¿Resultado? George Bush.
Respecto a lo de hacer que los niños lean, hace tiempo publiqué en mitte un post sobre el tema, y creo que mi pensamiento de entonces no fue valorado como merecía. Por eso, os invito de nuevo a que le echéis un ojo.

scout finch dijo...

Yo tuve una taquilla una vez, en la universidad. La compartía con otra amiga porque no había suficientes para todos. Es genial poder llegar y soltar los trastos, no tener que cargar con la mochila continuamente, poder dejar cosas sin necesidad de llevarlas a casa... Un lujo.

Scout Finch dijo...

La de arriba soy yo, que tengo un lío con las identidades...

June Fernández dijo...

Yo también quería una taquilla para poner posters de Brad Pitt y esas cosas. Cuando tenía como 11 años, estaba de moda llevar la mochila colgada de un sólo hombre. Sólo los pringaos se la colgaban de dos. El resultado, como me advertía mi madre sin éxito, es que tengo escoliosis, tensión constante en el cuello y cada vértebra bloqueada.

En cuanto al fomento de la lectura, el pensamiento de Rfa. me parece mucho arroz pa' un pollo, demasiado sofisticado para mí. Sí que es cierto que las campañas de fomento de la lectura suelen ser de lo más cursis. La única que me ha gustado algo es la que anima a los padres y madres a leer para que los hijos copien el hábito. Me parece la mejor receta.

June Fernández dijo...

Hombro, no hombre. No tenía la suerte de tener un hombre que me llevara la mochila.

mikto kuai dijo...

:-D)))) jajaj, June, cuando he leído que llevabas la mochila colgada de un sólo hombre he visto a un pobre chavalín cargando con el bulto, y he pensado que las que llevaban dos, más que pringadas, eran unas explotadoras... la venganza!... menos mal que lo has aclarado todo :-D

Anónimo dijo...

Yo también tuve una taquilla y me parece un gran invento, no sólo para los libros sino para guardar un mogollón de cosas.
Creo que ahora lo que se lleva es el rollo mochila con ruedas, resulta gracioso ver a los niños de viaje al cole.
De todas formas,un poco de peso no puede ser tan dañino, que tanto sobreproteger nos vuelve enclenques y eso sí que es grave!

ese dijo...

Pues, sinceramente hablando, prefiero que no se imponga como norma lo de las taquillas.
Es preferible llevar los libros que echarse a la espalda una taquilla e ir todos los días con ella al colegio.

June Fernández dijo...

Joder (¿se pueden decir tacos?), en mi insti una mochila de ruedas era motivo de bullying durante meses. Menos mal que se ha pasado la tontería. Qué salao (o salá) ese.

Anónimo dijo...

¡Qué entrada tan estupenda y qué calidad comentarios, joder! (¿es un taco, "joder", o una actividad de los de arriba hacia los de abajo?).

Me tendrás que reconocer, Rfa., que mientras leo un libro no ando "depredando" por ahí, como un animal, y haciendo daño. Claro que un libro es un formato y se puede meter de todo en él, ¡hasta los bodrios de César Vidal!

Todos pensamos que lo que nos gusta hacer es rechulo; pero la lectura, como el bricolage, sirve para muchas cosas (para la paz y para la guerra). Mi tesis es que el formato libro es, de todos los que conozco, el que más permite la autorreflexión, porque eres tú el que marcas el ritmo. Así que esa ventajilla da. (Decía Tierno el alcalde que hay que leer como comen las gallinas: picotazo a grano de maíz y levantar la cabeza para tragarlo).

Pero sí, ¡qué carajo! (tampoco es un taco, es una taza de café de coñac de tamaño descomunal), en este país la lectura es perseguible: como recuerda el primer mencionado en mitte, nuestro libro nacional es el de un tipo que se volvió loco de tanto leer. Y eso marca. En mi casa vivía una querídisima tía, hermana soltera de mi padre, que pensaba que leer era malo para la cabeza, así que cuando yo leía tenía que estar atento para huir de ella, lo que me fortalecía las piernas y me permitió huir de los matones (las más de las veces ensotanados) de mi colegio o enfrentarme a ellos a patadas (a los no ensotanados). ¿Veis qué útil es la lectura?

Y en mi tiempo ninguno teníamos escoliosis ni nada de eso por acarrear libros. Creo que hay un exceso de preocupación por los infantes, que no son ni tan tiernos, ni tan maravillosos ni tan buenas personas como dicen sus padres, abuelos y tíos. Y es que creo que los estamos volviendo tontos del c., al hacerles pensar que son tan especiales.

Hala, envío esto y me voy a terminar un libro de Flavia Company. Ayer en el avión había tanto berreón vociferante maleducado, provocando la sonrisa bobalicona de los padres, que no pude leer (menos mal que el Johnny Walker estaba a 3,50, gracias a eso de que en los cielos no hay impuestos).

¡Qué gran idea! Esos padres, que les lleven la mochila hasta el aula.