martes, 27 de marzo de 2007

Porque lo digo yo

Me ha apetecido recoger, por limpia, llana y necesaria, la reflexión que Javier Marías lanzaba en su columna del semanal EP[S] del domingo pasado. Es una reflexión que pone aire a todo este discurso machacón sacado a la luz por unos cuantos políticos de derecha española conservadora y rancia, y que hasta que no he leído el artículo de Javier, os prometo que hasta a mí me costaba definirlo con palabras. Merece enormemente la pena leer el artículo completo , pero yo solo os hablaré del final.

Javier Marías concluye que ha descubierto que hay gente que ha renunciado a tener la razón. Así de directo. Es decir, que hay gente que estando en sus plenas capacidades mentales es capaz de afirmar con rotundidad que es de noche cuando brilla el sol. Y ya se les podrá decir que brilla el sol y todos sabremos que es así, que el sol brilla con todo su esplendor, que a esa gente no le importará lo más mínimo, no les importará que el sol les ciegue o que les queme la piel, que seguirán respondiéndote que es de noche. Y es que es de noche por la simple razón de que lo dicen ellos. Esas personas no están desquiciadas, no han perdido la visión ni el sentido del tacto, simplemente han renunciado a tener razón.

Y es que renunciar a tener razón quita muchos quebraderos de cabeza, ¡ya no hay que perder el tiempo en convencer a nadie, en demostar nada, en argumenar nada! ¿Que por qué una pareja homosexual no puede ser una familia en una sociedad civil? ¡Porque lo digo yo! ¿O no? ¡Que agustito poder afirmar así las cosas, ¿verdad?! No. Afortunadamente a mí no me da ningún placer realizar este tipo de afirmaciones, y menos imponerlas, que es lo peor. Desgraciademante me las tengo que tragar todos los días.

Este discurso que renuncia a tener razón me recuerda al que practican en general las religiones y los fundamentalismos políticos del pasado (fascismo, etc.)..., qué pena que yo esté hablando del presente... y de Europa.

9 comentarios:

d. dijo...

Hola Magapola,
En contra de lo que dices en tu post y, supongo, de Javier Marías, yo creo que al final los que hemos renunciado a tener razón somos nosotros. Ellos "tienen" razón: se apoyan en cosas grandes, no tienen un sólo momento de pestañeo, sus ojos inyectados no conocen la incertidumbre. La dialéctica nosotros-ellos me espanta, claro, pero así estamos.
A raíz de todo esto, se me ocurre copiar y pegar un fragmento que obviamente conoces:
"A los diez años, una tarde de tíos y pontificantes homilías históricopolíticas a la sombra de unos paraísos, había manifestado tímidamente su primera reacción contra el tan hispanoitaloargentino «¡Se lo digo yo!», acompañado de un puñetazo rotundo que debía servir de ratificación iracunda. Glielo dico io! ¡Se lo digo yo, carajo! Ese yo, había alcanzado a pensar Oliveira, ¿qué valor probatorio tenía? El yo de los grandes, ¿qué omnisciencia conjugaba? A los quince años se había enterado del «sólo sé que no sé nada»; la cicuta concomitante le había parecido inevitable, no se desafía a la gente en esa forma, se lo digo yo. Más tarde le hizo gracia comprobar cómo en las formas superiores de cultura el peso de las autoridades y las influencias, la confianza que dan las buenas lecturas y la inteligencia, producían también su «se lo digo yo» finamente disimulado, incluso para el que lo profería: ahora se sucedían los «siempre he creído», «si de algo estoy seguro», «es evidente que», casi nunca compensados por una apreciación desapasionada del punto de vista opuesto. Como si la especie velara en el individuo para no dejarlo avanzar demasiado por el camino de la tolerancia, la duda inteligente, el vaivén sentimental. En un punto dado nacía el callo, la esclerosis, la definición: o negro o blanco, radical o conservador, homosexual o heterosexual, figurativo o abstracto, San Lorenzo o Boca Juniors, carne o verduras, los negocios o la poesía. Y estaba bien, porque la especie no podía fiarse de tipos como Oliveira."
Quizás, Magapola, sea mejor que la especie no se fie de gente como nosotros. Estará mucho más cómoda en conceptos de puñetazo en la mesa: españa, familia, dios*...
En fin, literatura.

* En minúsculas, que el Dios que va en mayúsculas es otro. Te lo digo yo
:-P

Rfa. dijo...

El que insinúa que los otros no tienen la razón es porque intuye que es él quien la tiene. Y eso es muy chungo. En política nunca se tiene razón del todo. Ni los unos ni los otros. Por muy malos que sean quienes sean malos, que siempre los hay y no siempre son los mismos.

ese dijo...

Todas las sectas recurren al mismo tipo de adoctrinamiento. De ahí viene el fanatismo religioso e ideológico. La única verdad es la fe. Indestructible razón, ya que es intangible.
Estupendo artículo.

Miguel Carvajal dijo...

Comprendo tu perspectiva, Magapola, pero, efectivamente, muchas de esas realidades que comentas pueden analizarse desde distintos puntos de vista, como dice Rfa. Lo más triste es comprobar que pesa más el equipo del que uno es que la argumentación por defender la postura con respeto a la verdad. Ese veneno, de todos modos, está en la raíz de la sociedad postmoderna y es inevitable: si cualquier discurso vale, cualquier verdad vale. No hay referentes para el diálogo. La postmodernidad ha roto el tablero de juego, ¿a quién le importa conocer la verdad? Seguro que Marías tampoco es un acérrimo defensor de la verdad universal. Los del puñetazo en la mesa están por todos lados. En El País Semanal, en La Razón, en El Mundo, en Antena 3, en Cuatro y en LaSexta. No se salva nadie.

Pero no pensemos en los que sentencian sin razonar, piensa en aquellos que escriben, dan argumentos y buscan el diálogo, y esos los hay en todos lados también, gracias a Dios, este sí con mayúscula.

Quédate con grandes escritores y artistas que se interrogan sobre la vida con sinceridad, y no exclusivamente desde el partido, la fe, la corriente política o el colectivo sexual desde el que militan. Porque aquí militar militar, milita todo el personal, desgraciadamente.

Anónimo dijo...

Pues si... toda la razón (nunca mejor dicho) Ahora no hay un discurso más eficaz que no tener discurso y sólo gritar... porque claro no vamos a razonar que a lo mejor nos convencen.

n. dijo...

Estaba leyendo el artículo y totalmente de acuerdo en casi todo, pero hacia el final... ¡ay! Lo siento, pero soy un firme defensor de la ley de ley de Goldwin aplicada a cualquier tipo de reflexión política. Por lo demás, me parece tan preocupante el hecho de hablar de bandos como insoportable la equidistancia, cuna de las excusas más peregrinas.

rinconete dijo...

De acuerdo con rfa. No creo que hayan renunciado a tener razón ya que al fin y al cabo siempre la tienen, de manera constante y permanente. Solo han renunciado a argumentarla.
En un artículo publicado en El Pais de hoy Joan B. Culla I Clarà menciona ¨el sempiterno equívoco entre credo y ciudadanía, entre mandamientos religiosos y leyes civiles, entre pecado y delito; esa confusión deliberada sobre la que la Iglesia católica lleva rebañando desde hace diecisiete siglos¨. Creo que viene a cuento de lo que estamos conversando.

(http://www.elpais.com/articulo/opinion/Ultraderecha/purpurada/elpepuopi/20070330elpepiopi_5/Tes)

Anónimo dijo...

Gracais por el pasaje, d., por supuesto que lo conozco ;)

Rinconete, Sintomático y Rfa., el caso es que el debate empezaba un punto más atrás al de "quién tiene razón", la pregutna es ¿quieren tenerla? ¿les importa tener razón? ¿se molestarán en explicarme sus razones? Es cierto que uno no puede decir, sin más, "yo tengo razón y tú no", pero síq ue puede decir "yo tengo mis razones, y son estas".

Creo que ese y pequeñoiban me han entendido mejor: tener como razón la fe o no tener razones me paren una misma cosa... ¡Y abundan!

Y sí, n., la ley de Goldwin me parece muy acertada en este caso. Pero más en el caso del artículo de Javier Marías, que no en el nuestro, donde no hemos citado a los... ¡No pienso decirlo!

Anónimo dijo...

hay una razón fundamentalista que me parece particularmente desfundamentada y desagradable: la de los que se creen limpios porque están alejados de lo que mancha. Y he visto que aquí abundáis.

Son un poco los mismos que ante un problema entre dos hablan de qué cada uno tiene sus razones.

No hay males absolutos, pero sí los que se le acercan. Seguid, guapos. Brecht ya os dedicó un poema.

Maga (estupenda), te respondí donde ya sabes. "Ese", en tu hermosa esquina nos veremos de vez en cuándo.