Ya no se fía
El otro día me fiaron. Me tomé un café y de repente me di cuenta que no tenía dinero. Ya verás, me dije, qué corte ahora decírselo al camarero. Pero este, un francés con acentazo, tan majo, me dijo que no me preocupara, que me invitaba. Me fui de vuelta al trabajo sonriente. En el mismo sitio ayer tenía un billete de veinte para pagar el café e igual: otro de los camareros, esta vez argentino, me dijo que ya se lo daría otro día. Es genial poder tomarse un café con la tranquilidad de no tener que preocuparte por nada, solo de las noticias que salen en el periódico.
Fiar es una costumbre que las franquicias están extinguiendo, ¿no os parece?
16 comentarios:
En muy pocos sitios sigues encontrando un trato amable y confiado, una sonrisa en el dependiente y ya no hablemos de eso de fiar...en ciertos aspectos nos estamos "modernizando" demasiado...
Besos
Las franquicias... pero sobre todo de la masificación. Claro, donde hay masificación hay franquicias.
De todos modos, la clave está en la cara, si inspira confianza o no.
eso es porque te querrán seducir y son pocos los españoles que saben hacerlo, ¿te das cuenta de que han sido un francés y un argentino? civilización, civilización y sentido de la estética...
A mí el otro día me invitó al café un cocinero madrileño gordote, grasiento y simpaticón. Fue un gesto bonito que me hizo sentir a gusto en esta ciudad. Pero tengo la seria sospecha de que lo hizo porque llegué justo cuando estaba cerrando y, como él tenía la máquina apagada, me dio un café con pega. "Mira", dijo, "aquí tengo esta taza recién echada. ¿La quieres?". "¿Está caliente?", dije yo. "Sí". Y me la tomé sin dudarlo. Sólo más tarde se me ocurrió que podría haber sido su taza y -esto es lo peor- que podría haberle pillado a medio bebérsela. "Por eso no me ha cobrado", pensé, "porque es un café de segunda boca, y esos salen gratis".
Maravillosa ciudad, Madrid...
Me recuerda a la sala de juegos a la que iba en los recreos de adolescente. No tenía ni las 25 pesetas que me costaba un cigarro y un chicle de menta. El dueño tenía un enorme cuaderno para apuntar lo que fiaba, pero pronto cortó el grifo. Era entrañable.
Por cierto, ojalá se pudiera pagar todo con tarjeta de crédito. Soy tan despistada que se me olvida sacar dinero, y saco poco porque lo pierdo a menudo. Así que paso esas situaciones a menudo, sobre todo en la frutería y en el autobús.
!Jachonda, Maga! Seguro que si me pasa a mí, no me fían... Pero a ver quién se te resiste a ti...
a veces ocurre lo contrario, como al camarero le da igual el negocio, porque ya no son negocios familiares, si tienes buen trato y eres cliente habitual, de vez en cuando te invita. Total, a él le da igual.
En el mejor de los casos me perdonan algún céntimo de euro.
En cualquier caso, siempre tuve la duda de qué hay que hacer para que te inviten a una ronda en aquellos bares donde se es asiduo. Está claro que lo primero es tener un padrino parroquiano.
Todas las mañanas, desde hace 2 meses, desayuno con Lila Berger en una cadena un poco fashion (precio buenísimo y las mejores tostadas no-a-la-plancha con aceite de oliva de verdad), donde nos atiende una joven inmigrante amabilísima (nunca dejo de preguntarme por qué, con la miseria que les pagan pueden mantener esa amabilidad hacia la gente). Pagamos entre los dos 4 euros y pico.
Esta mañana nos ha dicho que hoy nos invitaba ella, que llevábamos mucho tiempo pagando.
Nos hemos quedado boquis.
Yo, que soy súper despistada y me pasa eso a menudo, diría que en un aprieto te fían igual en una cadena que en un bar de los de toda la vida, porque total, si no tienes un duro encima qué le van a hacer, ¿ponerte a fregar los platos?
Es la actitud, Alis, la actitud, si te dejan marchar porque no vas a pagarles no te están fiando, pero cuando un día no tienes dinero y te invitan sí.
¡Jachondo Pipo!Jajaja.
Como dice el futuro bloguero, tal vez invitarte no les cuesta nada, pero, como le pasó a Nán, cuando lo hacen porque eres tú te marchas con una sonrisa.
Walter, un poco de picardía, un día lo probamos.
Es cierto, sintomático y anónimo, qu ela cara, el aspecto o como digas que no tienes para pagarles, hace mucho, para qué nos vamos a engañar.
Yasoymayor, yo también echo de menos una cara agradable y "aquí tiene" normalicho y no solo un ¡plas! dejándote el café en a mesa como si no existiras.
Luego existe la variante del gorrón, es decir, aquel que acostumbra a que le fien sus compañeros de café. Vamos, que nunca paga.
Hay solo una cosa peor que la falta de amabilidad de los empleados de las franquicias y eso es su cortesía corporativa.
Recuerdo una vez que compré algo en una cadena y volví dos veces al mostrador buscando sal y luego azucar o algo así. En cada uno de mis idas y vueltas la pobre empleada sentía la obligación de agradecerme por haber elegido Wendy´s (o Lucy´s o Denny´s o lo que tocara).
Me sentí Bill Murray en Groundhog Day.
pues en un bar de la latina si voy entre semana siempre me invitan a la penultima (despues de un año y medio, dejar propinas e ir varias veces por semana durante un año y pico)...
yo odio salir con gente y no tener dinero pq me suelo olvidar de devolverselo a veces. Siempre me he acostumbrado de que cada uno toma lo suyo pero en Madrid me doy cuenta que cada vez es más dificil...
Hace cuatro años hice unas fotocopias por valor de dos euros y no tenía suelto. Le prometí al dependiente que volvería al día siguiente y me fió.
Se me olvidó volver.
Por eso la gente ya no fía, ¡¡y es todo mi culpa!!
Y yo que creo que debajo de todo lo que nos rodea seguimos siendo personas que buscan a personas y están deseando fiar y ser fiados...
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