La ceremonia del porno
Parece que este año la editorial Anagrama ha optado por un tema polémico para otorgar su premio 2007 de Ensayo a un libro que se titula así: La ceremonia del porno. No os puedo enlazar a la página Web de la editorial porque en el momento en el que escribo esta entrada, no tenía colgado ni siquiera una pequeña nota de prensa.
Los autores del ensayo son los que veis en la foto, Andrés Barba y Javier Montes, quienes opinan que no hay nadie ajeno a al pornografía, para bien o para mal… Uhmmm, ¿pensáis lo mismo?
El ensayo consiste en dar un repaso a cómo se ha tratado el género desde los orígenes hasta la actualidad, sin olvidarse de los santos y santas y por supuesto del célebre marqués sádico.
¿Por qué Andrés y Javier han escrito este ensayo? Pincha en leer más y atrévete también con la pregunta que lanzo.
Según sus autores en estos momentos estamos asistiendo a una especie de moralismo (ellos lo llaman “miedo”) hacia el mundo de la pornografía, sin embargo, Internet se ha convertido hábitat actual de este mundillo. Totalmente cierto.
Y si podemos pensar que existe una especie de pánico hacia la pornografía en estos tiempos que corren, no podemos dejar de pensar que tanto o más ocurre con la prostitución, tanto masculina (menos visible) como femenina (más visible). Y yo me pregunto que si la pornografía es totalmente legal y en ella uno trafica con su cuerpo, lo vende, lo usa como herramienta de trabajo, cobra por ello y hasta le pueden hacer un contrato de trabajo y cotizar a la Seguridad Social, ¿por qué no puede pasar lo mismo con y en la prostitución? El argumento de que “es que nadie quiere acabar en la prostitución”, sinceramente, no me vale, porque ¿alguien quiere acabar siendo actor porno o salir en cueros (expresión que me apetece recuperar) en una revista para que miles de tíos y tías babeen cuando te vean? Bueno, parece que sí. De todos modos, sea cual sea la respuesta a la pregunta, ésta tiene que ser la misma para ambos ámbitos: pornografía y prostitución… ¿O no? Decidme si estoy equivocada.
6 comentarios:
El dilema que planteas tiene interés. Señala otra paradoja más de esta civilización decadente. Una paradoja hija de la hipocresía. Creo que la respuesta debe ser la misma. Ambas profesiones, tratadas de forma desigual hipócritamente, son en el fondo heridas morales profundas. ¿Es positivo para la persona negociar con su cuerpo? ¿Vulnerar su integridad a cambio de un sueldo? La persona es tanto su alma como su cuerpo; ambas dimensiones están involucradas íntimamente. La pregunta entonces sería: ¿que prostitución es más dañina? ¿La del alma o la del cuerpo? ¿Son divisibles? De todos modos, cualquier actriz o actor podrá decirte que su trabajo le hace sentirse bien; que no se vende, del mismo modo que un actor de cine no expone su integridad cuando llora fingidamente. Ahí está la clave. Pero si quieres hilar fino, tendrías que preguntarte algo más: ¿es sano psíquicamente desvincular el sexo de la afectividad, del sentimiento, del amor? Ojo, la respuesta puede salir del cine y del prostíbulo y entra en nuestra conciencia.
No me gusta el porno, sobre todo el hecho para hombres, pero me parece que quien quiera dedicarse a ello está en su perfecto derecho. Tampoco acepto la prostitución porque me parece que degrada a las mujeres. Pero no creo que se pueda compara el porno con la prostitución, porque los actores porno actúan(valga la redundancia), saben lo que va a pasar a continuación porque hay un guión (se supone), es una profesión en la que se controla mucho que los participantes estén sanos y no tengan ETS...
Puede decirse que una prostituta actúa, pero su cliente no. Ellas se arriesgan a que las violen o las maltraten o les peguen alguna enfermedad o no les paguen el trabajo. Supongo que habrá prostituas que lo sean por placer pero creo que la mayoría lo son por necesidad y que es una profesión muy dura física y psicológicamente.
De todas maneras, creo que es un tema muy difícil.
¡Saludos!
Hay muchas diferencias entre la pornografía y la prostitución, al igual que hay mucha variación de actitudes y gustos sexuales.
No he encontrado reseñas en Anagrama del libro en cuestión, pero sí estoy de acuerdo con el "miedo" que según dices comentan acerca de la pornografía en internet.
Es debido al acoso, lógico, de la pornografía ilegal y al pensamiento generalizado de que una empresa seria no puede permitir que conductas supuestamente inmorales se mezclen con su marca. De ahí el celo con que muchos sitios se cuidan muy mucho de evitar que cualquier mención o aproximación a algo que algún otro pueda considerar como objeto pornográfico se aloje en su host.
Y es cierto que a pesar de que también existe la persecución de la prostitución esclavista, la permisibilidad de la prostitución viene de largo. Y sigue siendo moneda falsa, de falsa moralidad, con doble forma de medir.
No hay más que observar los cientos y cientos de clubs de carretera que florecen por nuestra geografía y que son visitados con asiduidad por todo tipo de paisanos de la zona, sin exclusión de clase social, edad, o responsabilidad social.
Puedes encontrarte desde un soltero, a un padre de familia, al párroco, o al guardia civil alternando con la camarera de turno. Camarera que muy posiblemente haya sido introducida en el país de forma clandestina, engañada, y no es más que una esclava que tiene que pagar una supuesta deuda mediante la prostitución. Y ese "detalle" lo conocen todos los que visitan el lugar.
Pero el asunto es largo, con muchos ángulos, y es de mal gusto asaltar tu espacio con extensas parrafadas.
¿Legalización, esclavitud, libertad individual, trabajo normal, seguridad social, pensión de jubilación, moralismo, fidelidad, necesidad, ética, vicio, naturalidad, formas de pensar antiguas, arcaicas, modernas, qué es lo más correcto, lo menos peligroso, lo menos indecente, lo más lógico, lo más deseable, para quién, cómo...?
Por otra parte. La pornografía está legalizada (mientras que no incumpla ciertos márgenes) y la prostitución no (aunque todo el mundo hace la vista gorda mientras no exista movimiento a la puerta de su casa).
Recientemente he estado dos o tres años en una pequeña asamblea ciudadana de mi barrio del centro de Madrid. Hacíamos un trabajo interesante (y poco efectivo) que se desmoronó (como suele suceder). En el tema de la prostitución, nos pusimos al servicio de una asociación de prostitutas que "alucinaban" de que, por criterios morales, fueran atacadas desde la derecha y desde la izquierda. "Existimos", me dijo una de la asociación (no sé si era prostituta o no, porque tenían gente que apoyaba sin serlo), "queremos tener derechos".
No se me ocurre mejor manera de expresarlo. Mientras el mundo no sea realmente bueno (no me basta que sea mejor), mientras no se llegue a ese "otro mundo es posible", o mientras no encontremos la playa debajo de los adoquines, que tengan todos los derechos de seguridad y bienestar de todos los trabajadores. ¿Que seguirá habiendo mafias que las y los controlen? Claro. También existen honorables compañías internacionales como la que me obliga a cerrar el libro que me interesa al llegar a mi estación de metro y estar encabronao muchas horas hasta que salgo de allí: ¡pero lo hago con mis derechos a salvo! Por lo que es posible que me salve de la miseria cuando deje de trabajar.
"Existimos"... Parece tan evidente que el que nos e tenga en cuenta no me deja de alucinar.
NáN, gracias por tu historia.
Yo no digo que no haya diferencias entre los prostitutos y los pornógrafos, como lo hay entre el fotógrafo y el fotografiado-modelo, por ejemplo, pero creo que en este último caso, a diferencia del primero, ambos tienen formalmente los mismos derechos, o están seguros en su actividad... ¿Por que los primeros?
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