jueves, 7 de febrero de 2008

Consecuencias

Tendemos a pensar en las consecuencias de nuestros actos, pero pocas veces nos paramos a pensar en las consecuencias de nuestras omisiones.

Sí, sería fatal si lo hiciéramos, ya lo sé, andaríamos deprimidos por las calles porque no ideamos maravillosos proyectos todas las mañanas mientras tomamos el café, porque no salvamos la vida a nadie cuando vamos a trabajar, porque no luchamos por grandes causas cuando pedimos el menú del día, porque no evitamos catástrofes naturales cuando nos tomamos una caña, porque no eliminamos la pobreza cuando por fin apagamos la luz y nos vamos a acostar.

Pero parémonos a pensar en las consecuencias de nuestras pequeñas omisiones, ¿os habéis dado cuenta de lo importantes que son? Ocurren cuando no dices buenos días por las mañana a la persona que tienes al lado, cuando no sonríes al compañero de trabajo, cuando no le dices un gracias al camarero que te pone el café, cuando no escuchas a tus amigos, cuando no te acuerdas de tu amor cuando apagas la luz y te acuestas. ¿Qué consecuencias tiene todo eso?

La culpa de todo la tiene este poema que he leído hoy (alguno pensará que facilón y moralista):

Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio, porque yo no era comunista.

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata.

Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté, porque yo no era sindicalista.

Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no protesté, porque yo no era judío.

Cuando vinieron a buscarme,
no había nadie más que pudiera protestar.

Martin Niemöller

10 comentarios:

NáN dijo...

Magap, primero agradecerte que por fin me he enterado de que esto no era de Brecht.

Después, decirte que ese paso fluido por la vida (gracioso y ligero iba a poner, pero me pareció cursi) con las pequeñas cosas, es terriblemente difícil de mantener salvo por pequeños periodos (dos o tres días) en los que pareces no tocar el suelo con los zapatos.

Pero el poema, claro, se refiere a algo que, siendo pequeño, tiene más importancia porque afecta a lo colectivo. Y me importa. Me importa porque creo que últimamente se está haciendo, me parece, una dejación excesiva de aquello en lo que se cree. (ojo, que nadie se sienta falsamente identificado, me refiero expresamente a aquello en lo que se cree).

Pero otras actitudes son posibles. Una pequeña historia (siempre ando con ellas, ay). Ayer quedé con un amigo joven para ir a la manifestación de esta tarde por la sanidad madrileña (a los dos nos importa lo que está pasando). Pero por la tarde me llamó y me dijo que se iba a levantar muy pronto, ir a la Universidad, preparar una rueda de prensa que tenía que dar, darla, hacer unos trabajos inexcusables, así que me dejaba solo. Hablé esta mañana con él y le dije que yo flojeaba, que... Media hora después me dijo que lo había arreglado todo (a saber cómo, porque los trabajos seguro que los hace) y que a la hora que habíamos quedado, la cita volvía a estar en vigor.

Me anima que haya gente así, porque también me deprime ser muchas veces como soy.

d. dijo...

Toda la vida (es un decir) pensando que era de Brecht, tú fíjate. Así que claro, gracias, Magapola.

Walter Kung Fu dijo...

Desconozco las dimensiones de este poema, su autor y su conexión a Bertolt Brecht, pero agradezco la entrada. Más no diré.

Maine dijo...

Yo prefiero éste de Eliot, en realidad también habla de omisiones, pero de consecuencias más prolongadas y profundas:

"Lo que podía haber sido es una abstracción
que queda como perpetua posibilidad
sólo en un mundo hipotético.
Lo que podía haber sido y lo que ha sido
apuntan a un solo fin, que está siempre presente.
Hay eco de pisadas en la memoria
allá por el pasadizo que no tomamos
hacia la puerta que nunca abrimos (...)"

NáN dijo...

... into the rose garden

Creo que sigue así, Maine, para mí el mejor de los cuartetos de Eliot.

Omisiones por todos lados, sí. Tampoco se puede estar haciendo todo simultáneamente (por suerte).

Cuan vi tu entrada esta tarde me quedé pasmado: llevaba todo el día deprimido con esa idea. Quizá mi primer comentario lo hice un poco en estado shocked. Quizá debería haber "omitido" algo (ya que omitimos tantas cosas).

Me siento en una guerra que sé perdida, pero que es vital retrasar la derrota final todo lo que se pueda (después, no habrá muchas cosas que merezcan la pena).

En fin, me diste en toda la línea de flotación, pero... es lo que tenemos los que somos tipo-boya: ¡ya estoy flotando otra vez!

Footfalls echo in the memory

June Fernández dijo...

Qué bonita entrada. Y ya te digo, he visto este poema varias veces en diferentes blogs y siempre se atribuía a Brecht.

Me sumo a apreciar a las personas por encima de las ideologías y a los pequeños gestos por encima de las grandes revoluciones.

Estoy leyendo a Howard Zinn, y sus experiencias en la lucha por los derechos civiles en EEUU y la oposición a Vietnam son ejemplos evidentes del poder para transformar la realidad que tenemos cada persona sólo con decir un "gracias" o un "te acompaño" en el momento preciso.

Symp dijo...

Parece interesante tu blog, o el de tu grupo de amigos.
Sobre el famoso texto de Nienmöller, no es facilón ni moralista, pero si muy muy conocido.
Al menos tú lo has escrito bien, y no como otros (he visto hasta jueces usarlo mal....).

En cuanto a si me doy cuenta del valor importancia de mis acciones tanto como de mis omisiones: SÍ
De hecho me doy cuenta y uso especialmente esas.

Y se perfectamente la diferencia entre recogerle las tazas del café a un camarero y ademas darle las gracias, que en levantarte e irte sin decir adiós.
Y hay algo bueno en eso...... acabas recibiendo la moneda que das.

Me preguntaba ayer un viejo amigo, muy viejo por edad y viejo por los años que nos conocemos, que porque no estaba con nadie ahora, si siempre habia estado "rodeado y cuidado".
Le contestaba que hacia tiempo que buscaba una mujer, a la que le exigía, como mínimo, ser persona.
Sólo sonrió y meneo la cabeza dándome la razón.

Aunque me daba ánimos: estas en la mejor edad para ello.
Si, es cierto. Si me comparo con el, que se casó con 61 años con una chica de 37.
De ser así mi mujer tendrá ahora unos 9.

Me gustó lo que escribiste. Un saludo
Symposion.

MiKiMoNo dijo...

Pues si que te da qué pensar, pero a veces una va empanada por la calle y no se da cuenta de las cosas...

Rfa. dijo...

Yo también pensaba que el poema era de Brecht, fíjate.
Respecto a lo de perderse cosas en la vida, un amigo me lo expuso una vez en términos tan prosaicos como sólo pueda serlo la economía. Según él, las cosas que dejas de hacer son el coste de oportunidad, y modifican el valor de la opción que finalmente escogiste. Siempre me ha divertido más esa visión cruda y económica de la vida, frente a la ingenuidad de pensar que el príncipe azul iba en el autobús donde al final no nos decidimos a montar.

Anadja dijo...

Jo, este poema se atribuye de tal forma a Bertold Brecht, que incluso mi novio de la facultad, tenía una camiseta con en la que venía firmado por él. Os hablo de ese novio que se bebía el "Le Monde Diplomatique", que me dejó "La conquista del pan" y que, al contrario de lo que sucede en la mayoría de estos casos, ahora es una de las personas más coherentes que conozco y a las que más admiro. Es cierto que las consecuencias de nuestras omisiones, tienen, en ocasiones mucho más valor que las de nuestros actos.
Me has dado donde duele...
Gracias por la entrada, Maga. Gracias.