jueves, 29 de junio de 2006

La chica de la tienda de recuerdos.

Hace un tiempo estuve en Segovia y le hice una foto a esta chica. No es una foto muy buena, pero yo siento una especial debilidad por ella. La chica trabajaba en una tienda de recuerdos que hay justo enfrente de la catedral. Se pasaba el tiempo ahí donde la veis, en la puerta. La gente paseaba o curioseaba entre los cacharros que vendía, pero ella ni se inmutaba. Yo mismo estuve fotografiándola un rato, y os juro que ni siquiera me miró. Esa fría indiferencia es lo que más me llama la atención de ella. ¿Quién es? ¿A qué se debe esa falta de interés? ¿Cuál es su historia?
A partir de este punto las hipótesis se multiplican, pero eso es lo divertido. Os invito a que inventéis una historia para la chica de la tienda de recuerdos. Inventadla y colgadla aquí, en SINDROGÁMICO. A ver qué tal resulta.

2 comentarios:

Anadja dijo...

"La chica de la tienda de recuerdos, era incapaz de recordar absolutamente nada de aquella noche...
Curioso, ¿no?.
Sin embargo, aquella tarde sí la recordaba bien...Y la mañana.
La mañana....Tampoco tuvo nada de especial, monótona, aunque quizá un poco más ajetreada que de constumbre porque era viernes; las idas y venidas de los turistas a la catedral, la visita de Rosa a media mañana con los bollos aún calentitos, recién sacados del horno... Y aquellos alumnos de instituto de visita cultural en la ciudad, que no paraban de fumar, de morrearse y decir tacos... Juventud, divino tesoro....

Después de comer en casa con la abuela y de dejarla con la novela, la chica de la tienda de recuerdos recuerda el calor que hacía en la trastienda, y recuerda haber cogido un abanico celeste, con la imagen de la catedral pintada a mano para mitigar el bochorno...
(CONTINUARÁ)

YO TENGO MI HISTORIA EN LA CABEZA, PERO NO ME DA TIEMPO A ESCRIBIRLA, SALGO CORRIENDO DE LA OFICINA. ME HARÍA MUCHA ILUSIÓN QUE ALGUIEN CONTINUARA MI ESCUETA INTRODUCCIÓN CON SU VERSIÓN DE LOS HECHOS. SEA COMO SEA, MAÑANA TENDRÉIS MI DESENLACE...

Anónimo dijo...

MONSE, SIN “T”, LA CHICA DE LA FOTO

La calle que sale desde la plaza por la derecha bordeando la catedral no conduce a ningún sitio, baja, eso es todo. Pero nada más doblar su esquina se encuentra "Regalos y Souvenires", una tienda de un hombre que quedó cojo tras caerse de la escalera mientras colocaba en lo alto de su tiendecita una gran lámpara clásica española que había conseguido a un buen precio y por la que pensaba ganarse una buena tajada a costa de algún matrimonio americano rico y caprichoso. Así que desde entonces, desde hace ya dos años casi, atendía por las tardes y los fines de semana a los turistas Monse, sin "t", la chica de la foto.
Monse es la tercera empezando por abajo de siete hermanos. Y la única chica. De ahí le viene ese semblante firme, duro, casi inexpresivo, y que desde hace casi dos años a penas asoma de la oscuridad que dan los pequeños y amontonados "recuerdos" que plagaban la tienda de regalos y souvenires.
Pero Monse estudia, estudia para ser una mujer de provecho y no quedarse en esa ciudad muerta, que mira a los de fuera y se olvida de los que están dentro. Aquí no hago nada, suele decirse todas las tardes cuando le toca echar el cierre, esto tiene que cambiar en algún momento, en cuanto acabe la carrera me macho y se acabó, es su cantilena. Lo que no sabe Monse es que sus sueños están muy lejos, apenas son meras ilusiones. El trabajo no le deja tiempo para ir a clase y cuando llega a casa no tiene un lugar donde sentarse y abrir un libro sin que alguien le eche en cara que no hace nada, que no ayuda en casa, que qué está haciendo con su vida... Y Monse nunca ha sido buena estudiante, ella lo sabe, pero, joder, dice, yo quiero hacer cosas... Decidió hacer Químicas y se equivocó. Ya casi no lo recuerda, o no quiere, pero ella iba para bailarina, que era lo que le gustaba de pequeña, pero no había dinero para academias caras de esas, le dijeron sus padres, cuando además ya tenemos bastante con pagarte las clases de recuperación. Y es que, como os he contado, Monse nunca fue buena estudiante.
Esa mañana de sábado, cuando ya sabía que había suspendido cuatro de seis, aparece ese chico con su cámara y no para de hacerle fotos. Una, otra, otra más. No para. ¿Es que ha visto algo en ella? ¿Acaso no será uno de esos cazatalentos de modelos y actrices? ¿Será ella la próxima chica bella y elegante que en las entrevistas cuente la historia de que trabajaban en un local de mala muerte cuando alguien se fijó en ella y la lanzó al estrellato...?

Magapola